Utopia Medieval
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.


FORO CERRADO. comentarios y aclaraciones thunderstruck@hispavista.com
 
ÍndicePortalÚltimas imágenesRegistrarseConectarse


Guia rápida
Reglas del Foro
Ayuda al usuario
Registro de avatares
Crea tu ficha
Aventuras disponibles
Razas
Compendios de Habildades
Afiliaciones

Desangrado Afiliadoselite Desangrado Comunesl
Desangrado Derechos El contenido de este foro esta bajo registro de derechos, cualquier uso de este sin autorización del completo staff administrativo del foro esta prohibido, así mismo las creaciones de cada usuario son propias de ellos y queda prohibido hacer uso de estas obras particulares sin autorizacion del autor. El foro se reserva el derecho de admision.

 

 Desangrado

Ir abajo 
2 participantes
AutorMensaje
Onorkwood

Onorkwood


Cantidad de envíos : 45
Fecha de inscripción : 29/09/2010

Hoja de personaje
Nivel:
Experiencia:
Desangrado Left_bar_bleue0/1000Desangrado Empty_bar_bleue  (0/1000)
Coronas:

Desangrado Empty
MensajeTema: Desangrado   Desangrado EmptyJue Abr 07, 2011 11:27 pm

Bueno, estaba escribiendo en mi clase de Filosofía por que me estaba aburriendo y quedo esto Smile


Lima no es una ciudad para criar a los hijos y, mucho menos, una ciudad para buscar la felicidad. Dicen que el Perú esta avanzando ¡Claro! Como un soldado herido arrastrándose entre el campo de batalla buscando un doctor, buscando morfina que haga su muerte menos dolorosa. La verdad no pienso que la vida sea mala, la vida generalmente es buena. Normalmente tienes tu casa, de calamina o de oro; alimento, bien sea quinua o salmón; y si tienes algo de suerte, algo de amor.

Es común llamar a las grandes Metrópolis junglas de cemento, metáfora que hace referencia claramente a la cadena alimenticia, pues en todo lugar y en todo contexto siempre el más grande se come al pequeño, aunque este no pueda defenderse, aunque este tenga hijos, aunque este crea en un dios. Pero Lima no es un jungla, es un maldito Yermo, donde pocos son los grandes y poderosos depredadores pero muchos son carroñeros. Esperan a que su pobre victima este moribunda para atacar y satisfacer su, casi sexual, apetito. Al nacer aquí uno debe aceptar lo que es, los grande devoradores de carne y las pequeñas presas son predispuestas desde el inicio; sin embargo, los carroñeros se forman en el trayecto. La peor parte de todo esto es cuando los conceptos metafóricos se vuelven una realidad palpable y terminan por acuchillarte en una esquina.

- Pasaje -dice el cobrador del microbus. Un hombre de rasgos andinos, con un lenguaje tan tosco como su rostro o su sola presencia. Como todos los demas cobradores, como todo lo demas de este país.

- Cóbrate -digo esto entregando una moneda, con la mirada perdida que me acostumbra. Luego antes que el cobrador logre decir algo muestro mi carnet universitario, aquel documento mágico que me permite conservar algunos centavos.

Mi vida ya es rutinaria y sin sorpresas, no hace falta recurrir a algún adivino para saber que el día de hoy será monótono como, una partida de monopolio, aquel juego detestable que de un modo muy subliminal te deja claro que sin dinero la vida te va a tratar muy mal, “lo siento esta es mi propiedad, paga”
Gracias a dios, porque sé que hay un dios, mí escala económica es respetable, no seré un millonario come vidas, pero por lo menos me alcanza el dinero para escribir esto en mi portátil. Además gozo de otros maravillosos bienes como agua caliente y, de vez en cuando, mantequilla con sal. Pero no me quejo de mi vida, tampoco la alabo. Solo pienso que si estoy aquí es por algo.

Un sujeto sube al bus, es uno de esos vendedores que muestran su bolsa de caramelos llena de historias tristes, tal vez reales tal vez falsas, de su infancia, de su familia o de alguna de sus adicciones superadas. Mi madre me enseño a desconfiar de estos sujetos, ella decía que solo querían dinero para seguir aspirando pegamento, para mi madre las personas no pueden cambiar, cosa que es verdad, pero hasta cierto punto.

Estaba por llegar a la universidad, aquel palacio lleno de princesas de plástico y hombres sin cerebro, solo penes andantes. Generalmente no era una persona muy sociable, aborrecía a casi todo ser vivo de este lugar, maestros, alumnos, pero sobre todo a las alumnas. Desde pequeño odie a las mujeres, las veía como seres viles que, tapadas por la fachada del machismo, operaban el mundo como crueles titiriteras. Muy pocas féminas tocaban mi confianza: mi madre, mi abuela materna y , solo talvez, dos o tres amigas. Pero en general, ningún ser humano se ha adentrado lo suficiente como para acariciar la negrura de mi alma.

Al llegar me doy cuenta curiosamente que, sentada en el paradero, estaba una de esas “amigas mías”, Sandra, una chica bastante delgada, lo suficiente para darse cuenta que el concepto de grasa y gordura le rellenan la mente, no de ideas antiestéticas, más bien de ideas de muerte e inutilidad. Por esa razón cuando sus ojos se cruzaban con los míos veía esa mirada de asco, pena y cariño lastimero a la vez, ya que yo sí era obeso. A pesar de mi figura muy semejante a la de una morsa, sabia que ella me apreciaba (¿aprecio?) y creo que yo también (¿aprecio?)

-Hola Gabriel. Buenos días -Dijo ella con una cara sonriente, opacada por el poco brillo de su blanca piel, que, por la falta de comida, parecía un antiguo papiro egipcio.

-Hola Sandra. Supongo que son buenos -Cuando dije eso aun tenia los audífonos puestos. En el reproductor sonaba Painkiller de Judas Priest.

-Bueno, tienes razón, casi nunca son buenos, pero ¿qué queda no?
Lo que me agradaba de esta chica era su forma de ver la vida, tan cercana a la mia. Teníamos un pensamiento muy parecido, pero actitudes totalmente diferentes hacia ellos. Auque ella jamás lo supiera, yo la admiraba. A pesar de lo opaco de sus pensamientos ella siempre intentaba ser positiva, sin bueno resultados. ¡Pero ella lo intentaba! Es algo que yo jamás haría, ser positivo.

-¿Vamos juntos a clase? -Pregunte sin ponerle interés a la respuesta.

-Claro Gabriel, es un honor marchar a tu lado -Dijo esto llevando su mano extendida hacia su frente haciendo un saludo militar de forma burlona -¿Nos sentaremos juntos?

-Si asi lo quieres, aunque sabes muy bien que estaré con escuchando música toda la clase -Es verdad siempre tenia los audífonos puestos, unos grandes Skullcandy de color negro y con un glorioso cuervo dibujado en un gris oxido en el lado izquierdo del aparato. Ella solía darle al cuervo el atributo de la mascota perfecta, “defecaba encima de las chicas de rosado y además se come sus ojos, glorioso”

-No importa, ya me acostumbre

Yo sabia que a ella no le gustaba mucho el hecho que usara los audífonos, supongo que pensaba que no la oía, que la ignoraba, pero ella era una de las pocas personas a la que realmente prestaba atención. Supongo que ella de una u otra forma nada amorosa, ni con ninguna idea de relación, me gustaba.

-Será mejor que nos pongamos en marcha, si no llegaremos tarde -Dije, auque en el fondo era obvio que ni ella ni yo queríamos ir a clase.

Matemáticas, OH malditas matemáticas. Dos horas de mi vida perdidas en problemas que sé que jamás me ocurrirán y por si fuera poco tenia que soportar la risa de esos cascarones vacíos que , de una u otra forma, lograban penetrar en mis orejas cubiertas por una buena capa de heavy metal y ,sobre todo, los gruesos audífonos Skullcandy. Después de terminar un ultimo problema sobre ecuaciones el profesor del curso nos permitió la libertad. Esperar hasta que todos salieran del salón ya era una costumbre, el aura putrificante que despide el grupo realmente me aturde, es por eso que espero pacientemente hasta que el grupo haya ido para poder despasarme fuera del aula. Lo bueno es que en esos instantes de espera Sandra siempre me acompaña, lógicamente por la misma razón ya que, como mencione antes, tenemos una mente parecida.

-Aun tienes clase ¿verdad? -pregunto Sandra parecía algo decepcionada. A decir verdad nunca la había visto con otro grupo de amigos. Creo que Laura, Mauricio, Esteban y yo somos sus únicos amigos, aunque ellos también son los únicos que yo tengo y sinceramente no necesito más.

Creo que al primero que conocí fue a Mauricio, él es mi mejor amigo. Descubrí su valiosa amistad en la escuela. En mis años de educación básica siempre fue solitario, “el raro”. Mi único compañero durante la escuela murió en un accidente junto a su madre y a su padre, cuando viajaban hacia Cañete a visitar a su familia. Un conductor en estado de ebriedad colisiono de forma directa contra el auto familiar matando a la madre y al padre en el acto, dejando al hijo una muerte lenta y dolorosa entre los fierros retorcidos dentro de su cuerpo. Parecería estar predestinado, el hecho de entablar amistad conmigo, alguien que tenia que estar solo siempre, lo condeno a una muerte horrible. Solo años después reconocería que pensar que el accidente fue culpa mia era una estupidez. Lo bueno es que siempre fue de gran tamaño y aunque mi gordura era blanco de múltiples bromas mi tamaño me permitió que nunca se pasaran de la ralla.
Fue en el primer año de la secundaria cuando Mauricio llegó a la escuela. Él también parecía un chico solitario, su peinado en forma de hongo y su pequeño tamaño lo convirtió en el nuevo blanco de las bromas. La diferencia entre él y mi estomago, era que yo podía defenderme, el pequeño Mauricio no. A pesar de la carga, demostró que era un estudiante aplicado. Yo tampoco tenia calificaciones bajas pero mi adiposidad resaltaba más que mi cerebro. Basto solo un bimestre de clases para que quede claro que el era el más inteligente del grado. Fue una tarde cuando escuche un rumor bastante preocupante. Al parecer alguno de los alumnos “chéveres” intentarían golpear a Mauricio solo por sus altas calificaciones. La vida de otras personas nunca me importo, mi pensamiento egoísta me parecía idóneo para una persona como yo, pero algo dentro de mi se sentía muy alertado por la amenaza que se avecinaba sobre el pobre Mauricio. En el receso me acerque a el para informarle sobre el inminente ataque.

-Ehhh, hola, mira se que nunca te he hablado, pero esto es importante, tengo que avisarte que…

-¿…que los malotes me van a golpear al final del día? -Lo dijo con una tranquilidad, como si lo hubiese aceptado o como si estuviera acostumbrado -No te preocupes ya lo sabia, además me pasa todo el tiempo, la gente es muy envidiosa o al menos eso dice mi madre.

-Y, ¿No haras nada? -Estaba bastante aturdido por dos cosas en ese momento. En primer lugar el vocablo “malotes” hasta donde sabia esa palabra era muy clásica en España. En segundo lugar, además de aturdirme claro, me aterro la idea de que alguien este acostumbrado a ser golpeado. ¿Por eso se habrá cambiado de escuela? Lamentablemente, hasta de pequeño, sabia que todas las escuelas del país eran iguales y escapar de una no tenia sentido pues tu nuevo y maravilloso plantel te esperara con las mismas antorchas y horcas.

-¿Qué puedo hacer? Si me resisto me pegaran más duro y más tiempo. Lo mejor es dejarlos, a lo mejor se aburren cuando me vean sangrar la nariz y se van.

No hay que ser un general para darse cuenta que no era el mejor plan. Mi padre me contó una vez que los rusos incendiaron Moscu solo para que Napoleón no conquistara la ciudad. La semejanza de planes me causo un escalofrío. Hasta hoy no entiendo que me motivo a intentar defender a alguien que no conocía.


Recuerdo como persiguieron a Mauricio, fue como perros de caza cuando persiguen a los zorros. Lo llevaron hasta un parque cercano a la escuela y ni bien tuvieron la oportunidad lo rodearon contra el muro que limitaba el parque con un restaurante. No recuerdo exactamente como ocurrió, supongo que el bombeo de adrenalina hizo imposible que mi cerebro almacenara imágenes concretas. Siempre que intento recordarlo solo veo una imagen. Yo golpeando al líder de esos abusivos en la quijada, solo para que después, nos den una paliza a mi y a Mauricio. Cuando por fin se fueron recuerdo solo la mirada de Mauricio y su suave ,y hundido en el dolor, gracias. Después de ese incidente pudimos formar una amistad sólida. A pesar que su idea de la vida era muy distinta ,y mucho más luminosa que la mia, nuestra amistad perdura hasta hoy.

-¿Hola? ¡Gabriel te estoy hablando! -Gritó Sandra, mi recuerdo me había secado totalmente por unos segundos.

-Lo siento, me perdí en mi mente. Sí, tengo clase, pero después tenia planeado ir al Centro con Mauricio, si no tienes nada que hacer, ¿Quieres venir?

-¡Claro! Será divertido, yo te llamó cuando terminen mis clases para encontrarnos ¿Está bien?

-No hay problema, y Sandra, estas muy delgada -Solía decirle eso muy seguido a pesar de ser una broma, ella sentía la indirecta de una forma muy débil para ofenderse.

-¡Y tu estas hecho una bola de grasa! -Desembolso una gran sonrisa, casi reconfortante -Nos vemos luego Gabriel

Dicho eso se puso en marcha hacia su clase y yo hice lo mismo, tenia clase de Filosofía en un rato y ese curso era uno de mis favoritos. Convenía no llegar tarde para conseguir un buen asiento.

La clase transcurrió normalmente. Tocamos temas de La República de Sócrates, en especial el Mito de la Caverna. Me pareció muy interesante la comparación que hace Platón del Sol con la noción de verdad absoluta. Nunca podremos saber que es la verdad absoluta hasta que no podamos ver al sol directamente. Claro esto es solo una metáfora. Pero nada mejor que un poco de Filosofía como para terminar el día.

Lo bueno es que el día termino y no tengo que seguir viendo estos rostros tan falsos a mi alrededor. Aunque siempre me deprime la idea de que mañana he de volver. Mi teléfono celular empieza a vibrar. Cuando me dispongo a contestar veo en la pantalla el nombre de Sandra.

-Hola Sandra. ¿Dónde estas?

-Gabriel, tengo un problema, de allí derivan dos preguntas. Primera ¿Te molesto se llevo a una amiga? Y la segunda ¿Dónde estarán, para encontrarlos allá?

(Amiga) (Amiga) (Amiga)
La palabra resonó en mi cabeza como eco. Sandra tenia una amiga, ¿desde cuando? Si es una amiga de Sandra seguramente es una persona bastante desquiciada, una rechazada como todos nosotros, si no ¿Qué más? Acaso Sara esta siendo seducida por la belleza efímera de la vida en rosa, talvez jamás volvamos a ver a Sandra como Sandra, Talvez…

-Si, claro Sandra, no hay problema, ahora esperare a Mauricio, que te parece si nos encontramos en la plaza San Martín de allí podremos ir al Jirón Quilca o podemos caminar hasta Capón. Bueno eso lo decidimos allí. Entonces nos vemos -Me di cuenta que colgué sin mencionar ni una vez a esa “amiga”. La idea había desencadenado en mi cientos de pensamientos, que iban de malos, a terribles. No permitiría que una muñeca vacía se lleve a Sandra a esa dimensión brillante.

Mientras divagaba, alguien me tocó la espalda. Di un salto exaltado. Era Mauricio que ahora, 6 años después, mostraba un opaco pelo lacio que le rozaba los hombros.

-Que pasa Gabriel, pareces un muerto, normalmente pareces algo asi como un Golem sangriento pero ahora pareces más un espectro -Dijo con una sonrisa muy burlona.

Para Mauricio y para mi era muy común hablar usando un léxico basado en los videojuegos pues, tanto él como yo, somos adictos a estos. Nos dimos cuenta de nuestra afición cuando mi padre me regalo mi primera consola, un Nintendo 64. Después de ese maravilloso suceso nuestra vida estuvo llena de controles y teclados.

-Nada, es que Sandra ira con nosotros al Centro -No me percate de la expresión de horror que poseía a mi rostro.

-¡Genial! Esa no es razón para que pongas esas muecas

-Lo que pasa es que piensa llevar a una amiga

Hubo silencio. A pesar de los gritos estridentes de las mujeres y las risas duras de los hombres a nuestro alrededor hubo silencio. Acaso Mauricio sintió lo mismo que yo, la sensación que nuestro mundo se desmoronaba. Seguramente recordó aquella cinemática donde Squall es atravesado por una estaca de hielo en Final Fantasy VIII. Pero sin decir nada sabíamos que hacer. Sandra tenia que ser salvada de aquel ente amenazador. Por las buenas o por las malas.

Mauricio termino por romper el silencio que nos abrasaba.

-Deberíamos irnos ya, no hay que hacerlas esperar -Cuando entono “hacerlas” de ese modo, tengo que admitir que , por primera vez, tuve miedo de Mauricio.

Caminamos hacia el paradero del bus. Fue un viaje muy silencioso, hasta perturbador. Gracias a dios el cobrador rompió ese silencio sombrío cuando nos pidió el pasaje. Después de pagar Mauricio observo por la ventana, suspiro y se arriesgo a hablar.

-Si perdemos a Sandra, Laura nos matara, nos cortara la cabeza y beberá nuestra sangre en algún ritual satánico -Su rostro me demostraba que esa frase tan irreal, para el era una verdad absoluta -Laura nos matara

-No digas idioteces, no perderemos a Sandra. Además en el extremo caso de que caiga en ese agujero blanco no seria nuestra culpa. Pero te repito, Sandra estará bien.

-Solo espero, y le pido a Elune, que asi sea. Sandra la verdad me cae muy bien, ha decir verdad… -Mauricio calló de repente como si fuera a decir algo prohibido, algo que solo empeoraría la situación.

-Tranquilo, además creo que exageramos las cosas, talvez y solo talvez esa chica pueda incorporarse a nuestra maravillosa sociedad de almas descarriadas -Fingí una sonrisa que creo que logro engañar a Mauricio.

-Gabriel tengo que confesarte algo -Dijo casi entre sollozos, nunca había visto a Mauricio tan preocupado, ni si quiera cuando solían golpearnos en la escuela.
-Creo que estoy enamorado de Sandra y si se nos va ahora sé que la perderé para siempre.

Simplemente no espere eso. Mauricio y yo conocimos a Sandra exactamente al mismo tiempo, hace un año cuando iniciamos la universidad. Prometimos estudiar la misma carrera para nunca estar solos porque ya habíamos estado solos mucho tiempo. Como cada uno tenia gustos e intereses diferentes, fue bastante complicado lograr optar por una carrera; pero, al final, elegimos psicología.

En un inicio pensamos que los alumnos de psicología serian diferentes a los seres humanos que ya conocíamos, pensamos que serian distintos, abiertos. Nos equivocamos, encontramos la misma escoria social que recorrió nuestra vida años atrás. Todos los del curso de psicología eran un desgaste de oxigeno menos dos entes que, en contra total de mi desprecio por el género femenino, eran mujeres. Esas dos excelentes personas eran Sandra y Laura. Entablar amistad fue tan sencillo, sobre todo por nuestro odio común hacia aquel mundo lleno de temperas llamativas que nos tomo y nos arrojo a la soledad.

Sandra conoció a Laura en la academia donde se preparaba para la universidad. A lo largo de su vida, Sandra siempre tuvo desordenes alimenticios. Sufrió apodos como palo, rama y demás comparaciones humillantes. Lamentablemente ella no tuvo un Mauricio para solucionar la soledad en la escuela y es por eso que hasta finales de su trayecto escolar estuvo sola. Fue recién en las paredes de otro centro educativo donde descubrió que es la amistad. Laura llego el cuarto día después de iniciadas las clases en la academia. Ella lucia un aspecto bastante punk y a cualquier persona le parecería intimidante, para cualquiera menos para Sandra, ella la miraba con admiración e intriga. Ella noto que Laura caminaba en su dirección y finalmente se sentó a su lado. Laura miro a Sandra y ella empezó a suda pero Laura solo
atino a sonreírle, lo curioso es que nadie jamás le había sonreído a Sandra y ella se sintió tan realizada consigo misma que se atrevió a saludarla.

-Ho…hola, me llamo Sandra -Como era de esperarse su voz se quebró por su acostumbrada timidez.

-Mucho gusto yo soy Laura, pareces asustada, ¿Acaso te doy miedo?

Sandra se sonrojo, ella sabia muy bien que no era miedo lo que hacia temblar su voz y no quería que fuera malinterpretado. Pero también temía que su imposibilidad de socializar le causara repudio a Laura.

-No es eso, me agrada tu aspecto. Es solo que no soy de hablar mucho con gente desconocida solo que…

-…¿te cause una buena impresión y eso te basto para intentar hacer amistad?

Otra vez la sangre asalto la cara de Sandra tiñéndola de un rojo intenso.

-No te preocupes, tu también me diste buena impresión, pareces niña buena, tal vez demaciado buena, pero en fin, creo que tus pocas palabras aseguraron que si me caes bien -Laura parecía completamente segura de sus palabras como si conociera a hace ya muchos años.

No se necesitaron más palabras en ese momento. Un laso invisible pero casi palpable se formaron entre esas dos mujeres. Un laso que las llevaría a estudiar juntas y en el trayecto conocer a Mauricio, Esteban y a mi.

-¿Qué opinas, estoy haciendo bien? -Pregunto Mauricio con miedo en la mirada -No quiero arruinar una de las pocas amistades que tengo pero, no puedo evitarlo.

-Desde ningún punto de vista es malo, te has enamorado de una de las dos mejores mujeres que conozco, además Laura es mucho para ti -Lo dije sonriendo haciendo referencia a la personalidad explosiva de Laura.

-Algo asi, es que Sandra es tan….

-Sin palabras amigo, creo que el amor es aun más difícil describir que la soledad, sobrevivimos a esta, no creo que unas mariposas en el estomago o unas palabras de baboso puedan tumbarnos -En el fondo sabia que el amor era mucho más toxico que la soledad, pero no podía expresar esos sentimientos ante la pobre alma de Mauricio, menos en estos momentos.


Finalmente llegamos a nuestro destino, yo aun seguía algo aturdido por la inesperada noticia pero con el paso de la tarde sabia que lo superaría. Intentaba caminar olvidando el incomodo momento del bus y pensando en el próximo ¿Cómo será la famosa “amiga” de Sandra? ¿Será una de nosotros o será una molesta plaga que tendremos que destruir antes que termina de succionar la esencia pura de Sandra? La verdad tenia las mismas ganas de saberlo, y las mismas de ir a mi hogar, encender el computador, y dejarme llevar por alguna canción de 3 Inches Blood, pero no podía renunciar ahora, tan cerca de una verdad que, talvez cambie muchas cosas de aquí a un futuro.

-¿La eliminaremos verdad? Esa “amiga” presenta una amenaza, debe ser destruida -Mauricio hizo una imitación bastante buena de El Emperador, el antagonista de La guerra de las Galaxias. Debo admitir que eso me motivo un poco.

-Destruir no debemos. Enemigo si es, procederemos -Decidí responderle, siguiéndole el juego, con la voz que caracteriza al maestro Yoda.

Mauricio lanzo una risa que se ahogo al ver dos siluetas en una esquina, el sabia, tanto como yo, que una de esas siluetas parecidas a espectros era Sandra, la otra, un misterio total.

-¡Hola Mauricio, Gabriel por aquí! -grito Sandra apenas nos identifico, supongo que la gran señal de nuestra llegada era mi llamativa contextura asimilada a Demolishor, aquel tanque futurista que asumía una forma robótica al transformarse en la serie Transformers.

Nos acercamos con cautela, como un par de cachorros que no confían en su nuevo dueño, había posibilidades que ese nuevo elemento sea un gran problema y estábamos dispuestos a dejar en claro nuestra posición de grupo exclusivo.

La chica era de estatura baja, debería estar rodeando los el metro y 60 centímetros. Tenia una contextura intermedia, no estaba subida de peso, pero tampoco tenia un cuerpo delgado. Resaltaba en su figura la curva que se forma a la altura de la cadera, esta ultima estaba bastante extendida, dejando claro una silueta bastante atractiva para cualquier hombre. Yo no era cualquier hombre y estaba seguro que su sola imagen no significaba nada. Lo que llamó mi atención fue su vestimenta. Un polo negro con la imagen de una gran flor amarillo patito y verde limos estampada en la zona inferior izquierda; unos jeans rasgados, muy característicos de la cultura grunge y unas converse all stars verdes, identico al color del estampado de su polo. Podría definirse que tenia, básicamente, la apariencia de una chica Indie, eso aumento mi expectativa hacia la idea de un nuevo miembro a nuestro grupo. Mi mente sabia que Sandra no seria amiga de cualquier, menos de una chica plástica y solo bastaba ver a la mujer que se encontraba frente a mi para darse cuenta de eso.

-Ella es Hadi -Dijo Sandra con una gran sonrisa, parecía estar orgullosa de su nueva amistad -Hadi, Gabriel y Mauricio, ojala se lleven bien.

-Mucho gusto, Sandra me ha hablado mucho de ustedes -Dijo Hadi mientras el color canela de su piel brillaba con el sol de la tarde.

Bastaron solo esas palabras, la verdad no sé que demonios ocurrió. Su hermosa piel, sus grandes y maravillosos ojos marrones o tal vez su melodiosa voz de niña fue lo que derrumbo mi visión de mi desolado futuro. Una mujer en mi vida jamás estuvo planeado, pero ella no era una mujer, dios no, era una criatura perfecta.

-Hola Hadi, es un gusto -Las palabras salieron de mi boca totalmente desconectadas de mi confundido cerebro. Note el desconcierto de mis compañeros en la mirada de Mauricio. Él sabia que las “presentaciones amistosas” no eran mi mayor cualidad y, contra todo lo que mi ideología representa, soné exactamente como lo que odio, un “normal”.

-Ho…hola -Dijo Mauricio de la forma en la que yo debí comportarme anteriormente -Es un placer.

Hadi sonrió. En ese momento me di cuenta del vacío, el circulo vicioso en el que había caído. Toda mi vida pensé que jamás podría ser dominado por una fémina, y había ocurrido, instantáneamente. La sublime chica con nombre hindú me había encadenado por completo y, la verdad, no parecía algo tan malo.
Volver arriba Ir abajo
Lulú
Voz de Dhatar
Lulú


Cantidad de envíos : 449
Fecha de inscripción : 14/08/2008

Hoja de personaje
Nivel: 2
Experiencia:
Desangrado Left_bar_bleue340/2500Desangrado Empty_bar_bleue  (340/2500)
Coronas: 600

Desangrado Empty
MensajeTema: Re: Desangrado   Desangrado EmptyVie Abr 08, 2011 12:34 am

Excelente.
Volver arriba Ir abajo
 
Desangrado
Volver arriba 
Página 1 de 1.

Permisos de este foro:No puedes responder a temas en este foro.
Utopia Medieval :: Espacios y Relatos-
Cambiar a: