En el pasado, aquí había un mar interior. Cuando Bairack, Dios del Mal Terrenal, agrietó la tierra al ser desterrado, el cataclismo abrió la orilla este y el agua se escurrió por la grieta.
La arena negra se desplaza y apila en nuevas dunas durante las numerosas tormentas, y el viento limpia los gruesos filones de sal dejándolos casi blancos. Innumerables son los enormes y descoloridos esqueletos de monstruos marinos que alguna vez habían habitado el mar interior. Las figuras de hueso parecen estar nadando en un océano de arena negra, con una cabeza más grande que un caballo, un hocico largo y puntiagudo, costillas del tamaño de los maderos de un granero y las tétricas cuencas vacías de sus ojos contemplándote con voracidad. A medida que sigues avanzando un olor extraño y hediondo, a huevos podridos, inunda tus fosas nasales.
La Laguna de Yak es una charca grande y baja, llena de agua de aspecto aceitoso que apesta como si contuviera todos los peces muertos del mundo. Vahos de vapor manan de su superficie y provocan náuseas con su espantoso hedor. La laguna tiene bastante azufre, lo que hace que sus aguas no sean potables. Al llegar a la orilla te das cuenta de que se sucede un trecho muy peligroso.
Delante de ti, una gran charca de lodo gris que bulle y emite gases, y más allá, una fuente burbujeante de agua clara que hierve y cae alegremente en cascada sobre el barro. Un poco más adelante, un chorro de barro líquido surge de repente a modo de géiser y se eleva unos diez metros del suelo. Sigue manando durante unos minutos y desciende poco a poco. Ha de cruzarse a al carrera la superficie todavía burburjeante del pozo, teniendo mucho cuidado de no desviarse del camino pues se encuentra rodeado de arenas movedizas.
Aquequellos que no porten consigo el Medallón Rojo, símbolo del poder de la sangre de los Lords Oscuros y que toda familia de esta raza posee, al rededor de la Lagua de yar tan sólo ven desierto. Sin embargo, quienes lo poseen, ven la ciudad oculta de Yar Nadrak.