La última prueba(Privada)

Kael no pudo dormir durante toda la noche, debido a que a la mañana siguiente iba a tener que hacer la última prueba de su entrenamiento como mago y si la completaba, podría ir a donde quisiese sin tener que decir nada a nadie. Su maestro, Rasgarot, le había insistido miles de veces en que no iba a pasar nada en el mundo exterior y que no se impacientase.

Pero Kael estaba demasiado nervioso aquella mañana, como para recordar sus sabios consejos que le había dado tantas veces a lo largo de su estancia con él. En el pequeño campamento que tenían montado(pequeño porque son dos tiendas y una hoguera), todo se encontraba patas abajo, Kael no paraba de practicar conjuros y su maestro lo único que hacía era observarlo con una sonrisa en su cara mientras se sentaba debajo de la sombra de un árbol.

-Maestro, creo que ya estoy preparado para la última prueba-dijo Kael, al darse cuenta de que si no paraba de hacer el idiota no iba a empezar lo bueno.

-Veo que ya te has calmado-dijo su maestro, en su voz había cierto tono de tranquilidad y a la vez de sabiduría.-Han pasado muchos años, pero todavía sigues siendo un niño.-empezó a acercarse a Kael-Como bien sabrás, hoy concluye tu entrenamiento conmigo y con ello, tu etapa de niño.

Kael se sentía muy feliz, pero a la vez bastante disgustado al tener que despedirse de su maestro, el cual le había enseñado casi todo lo que sabía. Ya estaba preparado para marcharse en cualquier momento, pero le faltaba conocer a donde ir o qué hacer para poder ser ya libre.

-Le echaré de menos maestro, aunque mi mas profundo anhelo es poder ver mundo por mi parte, siempre le extrañaré.-dijo Kael mientras esbozaba una triste sonrisa.

-Dejémonos de sandeces y cosas de niñas, tu misión se trata de ir a el círculo de piedra que hay al norte de aquí y conseguir el amuleto que allí se encuentra. Cuando lo obtengas, deberás de dirigirte al Bosque de los Elfos y buscar allí a Xerón, el cual te dirá si ya has completado la misión o no.-empezó a explicar el viejo mago, mientras se volvía a sentar a la sobra del árbol.

Kael conocía de sobra a su maestro y sabía que no le iba a decir lo mucho que le apenaba su ida, por ello con la misma frialdad con que le había contado lo que debía de hacer Kael le respondió:

-Entonces, adiós. No se preocupe, yo solo puedo ir y volver.-mientras se marchaba del lugar, con la bandolera colgada y mientras le daba la espalda agitaba la mano en señal de despedida.

-Que tus aventuras sean prósperas y que en tu camino ningún mal encuentres, ya que aunque no lo parezca, te echaré en falta. Si te sientes solo no te agobies, porque yo siempre estaré a tu lado aunque no me veas.-recitó Rasgarot como si de una oración a uno de sus dioses se tratase, en su tono se podía sentir la tristeza que su rostro ocultaba.

Pero Kael, mientras se alejaba del pequeño campamento, también pedía a su diosa favorita, Ariadna, que su maestro fuese feliz sin él.

-Bueno, basándose en la imprecisión de las palabras del maestro, debo de ir hacía el norte hasta encontrarme con el círculo de piedras y conseguir un amuleto.-empezó a hablar para sí mismo-Tampoco parece tan difícil y eso es poco usual, sobretodo tratándose del maestro, el cual siempre me lo hace todo mas difícil.

Kael se encontraba a muchos metros de distancia de la colina donde se encontraba el campamento, ya desde su posición no podía vislumbrar lo que hace unos instantes fue su pequeño hogar. Empezó a adueñarse de él una sensación de ansiedad, pero que enseguida supo controlar. Estaba algo nervioso al tratarse de la primera vez que se aventuraba el solo por los vastos terrenos que se le abrían ante sus ojos.

Como le quedaba un largo camino hasta el círculo de piedras, decidió empezar a tocar la flauta que siempre llevaba consigo. No era de los mejores, pero para pasar el rato valía la pena, como lo único que habían eran prados por doquier, no tendría problemas.

-¿Qué es eso?-murmuró Kael al ver una sombra en su camino, algo imprevisto ya que antes no se encontraba allí.

No sabía si eso era bueno o malo, pero su instinto le decía que debía de ir y pasar al menos por su lado y ver de que se trataba exactamente. Guardó la flauta en su bandolera y con paso rápido se acercó a la sombra, cada vez que se iba acercando mas y mas, podía ver como la sombra se transformaba en una persona, pero que se encontraba con la mano en el estómago, como si intentase que dejase de sangrar.

Al ver esto, Kael no dudo en acercarse para ayudar al pobre viajero, como si del buen samaritano se tratase. El hombre que se encontraba tendido en el suelo, era un comerciante, se podía averigüar por sus vestiduras y por los objetos que estaban también tirados.

-¿Sé encuentra bien?-preguntó Kael, mientras se tendía a su lado y le apartaba las manos de su estómago para poder ver la herida.

-¿Cómo crees que estoy?¡Pués mal!-gritó el hombre ante la pregunta de Kael.

-Tampoco hace falta ser tan brusco-dijo algo enojado Kael ante la respuesta de aquel hombre.

-Perdona, no quería ser tan cretino, pero tu pregunta...-dijo el hombre mientras se señalaba su herida.

Kael le subió un poco la camisa, el hombre se resistió creyendo que le iba a desnudar y quedarse con lo poco que le quedaba. Empezó a retorcerse y a quitarle sus manos de encima.

-No sé preocupe, no le haré ningún daño.-comentó el elfo, mientras de su mano derecha salía un resplandor azul.

-Llévese lo que quiera, no tengo mucho...no quiero morir-dijo el hombre, al ver el extraño resplandor de su mano.

Pero, ignorando todos sus comentarios agresivos y pataletas, Kael tocó su herida y poco a poco se fue cerrando. El hombre durante el proceso no se movió nada, solo observó con los ojos como platos la escena.

-¿Qué esta haciendo?

Sin perder la vista de la herida y con una pequeña sonrisa, el elfo le respondió:

-Sanarle la herida

Spoiler:

La herida pronto desapareció y en su lugar, solo quedaron las manchas de sangre en la piel y en su camisa de lino. El hombre al notar que la herida y los dolores habían desaparecido, dio un salto para levantarse y cogiendo al elfo de los hombros, empezó a besarle y a abrazarle, mientras repetía una y otra vez:

-Me has salvado la vida, eres mi héroe.

Debido a lo poco que pesaba y a su débil constitución, el hombre podía zarandear cuanto quisiese al pobre Kael, el cual no sabía si lo que había echo era bueno o malo.

-La herida era muy superficial, era muy fácil sanarla-dijo Kael, intentando hacerse el modesto.

El hombre soltó al elfo, que bastante mareado se encontraba ya, y empezó a recoger todos los pergaminos y cofres que tenía a su alrededor. Kael ayudó a recoger un poco aquel desastre, pero lleno de curiosidad preguntó:

-Esa herida...no era de un simple arañazo...¿Quién se lo a echo?

El hombre se detuvo y con un fajo de pergaminos en su mano derecha, empezó a temblar con el simple echo de recordarlo.

-Iba yo tan tranquilo en mi carro, cuando tres bandidos me acorralaron y me saquearon. Tengo familia, por lo que vivo de esto, vender de todo un poco a los pueblos y ciudades.-tragó saliva-Me resistí y así acabé

El elfo se sintió apenado de aquel pobre hombre, no solía ayudar a desconocidos y menos aún si tenía que hacer una misión muy importante para él, pero sentía tanta lástima por aquel comerciante, que decidió ayudarlo.

-Yo acabaré con esos bandidos y le devolveré sus cosas.-dijo mientras se levantaba del suelo Kael.

El mercader al escuchar sus palabras empezó a saltar y a llorar de la alegría que le producía oír aquello, él ya se daba por muerto por lo de la herida, pero viene él y lo cura, también se daba por muerto al no tener mercancías que vender, pero viene él y le dice que le va ayudar a recuperarlas.

-Eres un milagro echo carne, no sé como te lo podré recompensar-dijo el hombre aún con lágrimas en los ojos.

-No hace falta, solo dígame a done se han ido esos bandidos. Pero necesito que venga usted conmigo.-dijo Kael, mientras se ponía la bandolera de cuero en su hombro.

-¿Yo?-preguntó el hombre mientras se señalaba la cara-Debe de haber un error...yo...no puedo ir allí...me matarán-siguió diciendo mientras daba pequeños pasos hacía atrás.

Kael se desilusionó al ver que aquel hombre era un cobarde y que lo único que quería era que los demás le hiciesen todo el trabajo sucio. Así que dando la espalda al hombre, empezó a caminar de nuevo al Norte, pero enseguida detuvo sus pasos al escuchar como el mercader le suplicaba su ayuda.

-Por favor mi señor, tenga piedad. Soy un simple mercader, con una mujer y dos hijos, no puedo luchar en esa batalla.-le suplicó mientras se cogía a su bota.

-Daís pena, al principio os iba a ayudar porque me compadecía de vos, pero veo que en realidad queréis la mesa servida sin dar nada a cambio, ni siquiera ayudar. -dijo Kael bastante serio y con una mirada de odio en sus ojos-Así que tendréis que hacerlo todo usted solito.

El hombre empezó a suplicarle su perdón, alegando que era para no morir y no dejar huérfanos a sus dos hijos y viuda a su mujer, mientras contaba que pasaría si él muriese y como tendrían que sobrevivir sin él. Pero al darse cuenta de que el elfo seguía caminando y no se detenía, empezó a darse cuenta de que tendría que ir con él.

-Perdonad mi comportamiento de niño pequeño, pero tenía miedo a morir. Tarde me e dado cuenta de que si me pide que vaya con usted es porque no me permitirá que me pase nada, así que iré.-dijo mientras se soltaba de su bota y se ponía en pie, como si nada hubiese pasado.

Kael al escuchar sus palabras se detuvo en seco, durante varios segundos estuvo de espaldas al hombre, el cual maldecía su cobardía.

-Bien, habéis entrado en razón.-dijo, mientras se daba la vuelta para mirarle a la cara-Si viene conmigo no le pasará nada, solo lo necesito para mi plan.

El hombre con una gran sonrisa en la cara, acabó de recoger mientras le daba muchas veces las gracias y le indicó a donde se dirigieron los bandidos.

Empezaron a caminar ambos en dirección al último lugar donde los había visto, antes de salir con una herida en el estómago. Durante el camino, no mostró símbolos de nerviosismo ni tampoco de miedo ante el futuro encontronazo con los bandidos, parecía que quería conservar el poco honor que le quedaba por el espectáculo de antes.

-Por cierto, me llamo Ruduf-dijo el mercader, intentando presentarse formalmente.

-Es verdad, no nos hemos presentado formalmente. Me llamo Kael'thas, pero me suelen llamar Kael.

El elfo le preguntó al humano por sus viajes, ya que como era mercader debería de haber viajado a muchos lugares. El hombre se sintió feliz de que pudiera contar su aventuras y desventuras, así que durante todo el viaje le contó todo lo que había echo todos esos años.

-Allí es.-dijo en un débil murmullo Ruduf.

El viaje había resultado ser mas corto de lo que pensaban, aunque no era de extrañar, un herido no podía huir muy lejos.

La llanura donde se encontraban los mercenarios, se encontraba delante suya. Ruduf y Kael se encontraban encima de ellos, pero estos les daban la espalda y se encontraban desvalijando la vieja carreta del pobre mercader. No paraban de reír y de comentar lo fácil que había sido robar aquella caravana, pero sobretodo de como habían herido a Ruduf y como este había huido.

Al escuchar sus palabras, cerró los puños con fuerza y con un tono bastante serio, le dijo al elfo:

-Dime lo que debo hacer y lo haré sin rechistar, todo para que aprendan la lección.

Kael se sorprendió de la seriedad del hombre, se dio cuenta de lo que le había provocado aquel desastroso incidente con los bandidos.

-No te preocupes, se llevarán su merecido, solo debes hacer lo que yo te diga.-dijo con una pequeña sonrisa, mientras le ponía una mano en su hombro.

Los bandidos se encontraban dentro de la carreta, por lo que no vieron bajar por la ladera al elfo ni al humano. Los bandidos eran los típicos asaltantes de caminos, con poca educación y poca cosa que llevarse a la boca, pero esto no se le podía aplicar al que parecía ser el líder de los bandidos. Destacaba por medir mucho mas que ellos, pero no de altura, si no de tamaño de estómago.

-Ese fue el que me hirió con su daga-dijo en un susurro, mientras le señalaba con su dedo índice.

Se escondieron detrás de un árbol y observaron la escena, el bandido líder se encontraba sentado en el asiento de conductor de la carreta. Tenía un gran bocadillo entre sus manos y lo observaba con una mirada golosa, mientras que los otros dos no paraban de buscar entre los cofres.

-Jefe, no hay nada más. Déjenos comer algo, nos rugen las tripas y usted tiene lo mejor siempre. ¿Y si nos da algo de su pan?-dijo uno de los famélicos bandidos.

El líder mientras masticaba el trozo de bocadillo entre manos, no pudo evitar escupir un buen trozo de ello al escuchar las quejas de uno de sus siervos. El bandido que había hablado, no sabía que hacer exactamente ya que temía que su jefe le pegase o le insultase, pero en su lugar solo rió.

-¡Ja, ja, ja! Encima me pedís comida, ¿pero si no habéis echo nada?¿Quién atacó al estúpido mercader y consiguió todo el botín?-esas frases fueron las únicas que se entendieron de su boca.-Sois solo una panda de vagos, el único que trabaja aquí soy yo. No sé que hago con vosotros...

Kael desconectó al poco tiempo, no aguantaba las tonterías que decían y decidió empezar con su plan.

-Escúchame Ruduf, tu sígueme. Puede que veas cosas extrañas, pero no temas, soy mago y todo lo que hago esta controlado.-murmuró el elfo al humano.

Ruduf asintió con la cabeza, no sabía lo que iba a pasar pero algo le decía que podía confiar en él.

Mientras seguían discutiendo los bandidos, salieron de detrás del árbol Kael y Ruduf. Sus pasos eran firmes y seguros, aunque por si acaso el humano permanecía detrás del elfo. Los bandidos no se dieron cuenta de su presencia, hasta que se plantaron delante de sus narices.

-¡Cojona! Jefe, ¿ese no es el mercader que usted mató con su daga?-preguntó uno de los bandidos asustado, ya que había reconocido al mercader. Enseguida se contagió su miedo a su compañero, no sabían que hacer, así que se refugiaron detrás de su jefe.

Aprovechando su confusión, Kael se adelantó un poco mas, cogió a Ruduf y lo puso a su lado; el plan estaba a punto de empezar.

-¡Correcto!-gritó el elfo-Me llamo Zhou Yu, el gran hechicero del oeste. Como podéis observar, aquel que creíais muerto, esta muy vivo.-dijo mientras cogía al humano y le levantaba la camisa unos centímetros, los suficientes para ver que ya no estaba la herida.

Los bandidos se acercaron aún mas a su líder y empezaron a tirarle de las telas, como si de niños pequeños se tratasen; esperaban que su líder les dijese que todo eso era una broma de un embaucador, pero de su boca no aparecieron las palabras que tanto deseaban. El bocadillo que tenía entre sus manos, quedó en la verde pradera de aquella colina, a merced de las hormigas que ya se acercaban para degustar su festín.

-¡Ajá!Veo que os quedáis sin palabras, pero no e venido aquí para que tembléis de miedo al ver que resucito a los muertos.-dijo Kael mientras avanzaba un par de pasos mas-Quiero que le devolváis a este pobre hombre todo lo que le pertenece; o sea se: la carreta, los cofres, los pergaminos, las bolsas y el bocadillo...bueno eso se lo pueden quedar.-comentó con una mueca de asco.

Se hizo un silencio sepulcral, solo interrumpido por el sonido de las ramas del árbol mecidas por la corriente de aire que estaba pasando en ese momento. El líder, después de tragar saliva, se acerco un paso a el mago y el humano.

-Sicos, si una vez puimos matarlo, poemos otra ve.-dijo en un extraño dialecto, parecía que lo decía para que no le entendiesen el elfo y el mercader; pero no sabía que su tosco dialecto era entendible para todos.

Los bandidos recuperaron la moral perdida al escuchar sus palabras, una sonrisa brotó de la nada y de sus manos aparecieron dagas y cuchillos. Se fueron acercando poco a poco a la posición del humano y del elfo, creían que les iba a ser fácil volver a matar al mercader, peor no contaban con el elfo que le protegía.

-Perro viejo...no aprende trucos nuevos.-murmuró Kael, pero con la intención de que le escuchasen-Veo que no me creeis cuando digo que soy un mago, fatal error por vuestra parte.

-Lo único que so uzte, es dun farsante. Y aquel con que vaiz, ce trata del fermano del que yo maté.-siguió diciendo en su tosca lengua.

Kael se adelantó unos pasos de su posición, su ritmo era lento y tranquilo; como si tubiese las cosas listas, como si todo aquello estubiese planeado a la perfección.

-Como veo que no me creeis, deberé de enseñaros mi poder.

Los bandidos al escuchar sus palabras no pudieron evitar reirse, le tomaban por un farsante vendedor de bulas, pero no sabían que aquel elfo guardaba un as bajo la manga y que pronto se tragarían sus palabras. Kael extendió sus manos al cielo mientras cerraba los ojos; como si de un ritual se tratase.

Atónitos, todos los presentes observaron como el elfo se transformaba en lo que parecía ser un lobo de tamaño medio. Todo lo que llevaba encima, se colocó de forma ordenada entre sus patas.

Spoiler:

-Jefe...tenía razón...és un poderoso mago y nosotros...¡Su comida! -gritó uno de los bandidos, mientras huía unos pasos; enseguida su compañero le imitó y solo quedó su jefe.

Ruduf no temió en apariencia externa, pero en su interior se destaba una batalla por saber que hacer, temía por si le atacaba en lo que se había convertido Kael. Pero el lobo se limitó a mirar fijamente al líder de los bandidos.

Largos y tediosos minutos pasaron hasta que hubo una reacción por parte de aquellos dos, mientras los demás observaban de forma atónita el espectáculo que estaban dando; temiendo en parte por su vida, cada uno temiendo por si caía el de su bando. El jefe de los bandidos empezó el asalto; al mover rápidamente su mano a su bota, con la intención de agarrar el cuchillo que tenía colgado y lanzarlo al lobo.

Pero el elfo al ver que su oponente le iba a lanzar la daga con intención de matarlo, esquivó en el último momento la daga, con un elegante y súltil salto en diagonal; provocando que unos cuantos pelos de su pelaje se volaran. Cuando aterrizó en el suelo, mostró sus colmillos con una cara de odio y enfado poco común en el elfo.

El bandido volvió a repetir el ataque varias veces, cogiendo dagas de su cinto y de sus botas; pero el lobo los esquivaba con mas saltos en diagonal, haciendo que poco a poco con su movimiento en zig-zag, estubiese ya enfrente de su enemigo. Pero no tardó tanto el bandido en darse cuenta de que había gastado todas las dagas que tenía.

-Mierda...-murmuró el bandido al ver la muerte de cara.

La criatura no tardó en abalanzarse sobre el humano; poniendose sobre el torso del humano, provocando que el bandido se cayese de espaldas; ante la atónita mirada de los espectadores; los cuales no sabían que hacer, los otros dos bandidos rezaban a sus dioses para que no fuesen los siguientes. Mientras que Ruduf pensaba en si él sería el siguiente, debido a que no confiaba en la criatura, aunque fuese el elfo que le había salvado la vida antes.

Pero, pese a todos los temores y deseos; el lobo solo le mostró los dientes y le gruñó, algo que despertó un miedo terrible al bandido, sabía que iba a morir, por lo que decidió rendirse antes de morir.

-Me...rindo-dijo con varias lágrimas en los ojos.

El lobo tardó unos segundos en quitarse de encima, el bandido se quedó tumbado avergonzado del él mismo y de su derrota. Lo secuaces fueron a ayudar a su jefe, mientras que Ruduf se caía al suelo de culo ante lo que acababa de presenciar.

-En verdad...era un gran mago.-pensó el bandido

Mientras Ruduf preparaba el carro donde se encontraban todos los objetos que le habían robado, ya que temía que el bandido se levantase y volviese a la carga. Mientras, los otros dos bandidos ayudaban a ponerse en pie a su líder; por lo que nadie escuchó el aulldio que dió el lobo Kael para volver a su forma normal.

Cuando se dieron cuenta, el elfo ya se encontraba vestido y preparado para lo que surgiera, pero en su interior se encontraba agotado ya que ese tipo de hechizos consumían mucha energía.

-Me alegro de que no tubiese que recurrir a la violencia, yo solo quería que le devolviesen lo que le pertenecía a ese buen hombre.-dijo con tono neutro, mientras señalaba a Ruduf que ya tenía preparado su carro y su caballo.

-Puede que sea un idiota, pero sé reconocer cuando me derrotan. Por ello, os dejo lo que os hemos robado y protección para siempre por estos caminos, ya que no quiero volver a luchar contra vos.-su tono era de arrepentimiento, parecía profundamente afectado.

El elfo, para despedirse hizo una pequeña reverencia a los bandidos y estos se la correspondieron(mas o menos). Pero antes de que pudiera volver a su camino, Ruduf se acercó con el carro preparado y con una sonrisa le dijo:

-Como no puedo pagaros, os llevaré a algún lugar de las Estepas.-mientras le invitaba a pasar a su carro.

Kael de un salto subió a la parte de atrás, mientras se despedía de los bandidos con las mano; los cuales también se marchaban de la colina.

-Necesito ir al círculo de piedras que hay mas al Norte-comentó Kael, mientras se acomodaba en la parte trasera del carromato. Acababan de abandonar la colina de los bandidos y como el humano le ofreció como recompensa un viaje rápido a alguna parte de las estepas, decidió ir a completar ya su misión.

-Claro, suelo ir muy a menudo, sobretodo para vender ``reliquias´´, ya sabes.-dijo en un tono sarcástico.-Lo único que tardaremos un buen rato, anda algo lejos de aquí

-No me importa, bueno para matar el rato tocaré un poco la flauta y después me echaré un rato.-poco a poco fue bajando el tono de voz.

Durante todo el trayecto, la melodía que formaban el traqueteo de las ruedas y de la flauta de madera, acompañaron a los aventureros. Y, a la caida de la noche, llegaron a lo que parecía ser el círculo de piedras.

Spoiler:

-Creo que esta és mi parada.-dijo el elfo, mientras salía del carromato, pero no sin antes coger una antorcha de una de las cajas que tenía Ruduf.

-Te deseo suerte, espero que nos volvamos a encontrar y poder tener la oportunidad de enseñarte articulos mágicos.-se despidió Ruduf con una sonrisa y mientras agitaba la mano.

Kael se despidió con una sonrisa y una pequeña reverencia; poco a poco la carreta se fue alejando del círculo de piedras, dejando a su paso el sonido de las ruedas, alejándose poco a poco, dejándolo en un pequeño sonido casi audible, hasta el punto de desaparecer.

-Bueno, solo debo de coger un amuleto y volver al bosque de los Elfos. No parece tan difícil.-murmuró Kael para infundirse ánimos a sí mismo.

El carro lo había dejado justo delante de la entrada principal, era bastante de noche y solo la luz de la luna iluminaba el círculo de piedras. Como si alguien esperase su visita, se encontraban en la entrada dos antorchas encendidas, pero su resplandor no llegaba al interior; por lo que Kael utilizó su antorcha para poder iluminar mejor cuando se adentrase mas adentro.

No sabía que hacer, no sabía si entrar en el círculo o volver con su maestro e intentarlo otro día; sus piernas le fallaban, gotas de sudor frías le recorrían la frente, dudas en su mente. Era, en esos momentos, la imagen encarnada de la cobardía; pero, en su mente apareció la imagen de su maestro, animándole a continuar su camino, prometiéndole que estaría a su lado.

-Por usted, maestro.-dijo confiado Kael.

Sus botas rozaban la húmeda hierba que tenía a sus pies, pero de verde hierba se pasó en un instante a fría piedra, ya había entrado en el círculo. Su antorcha no iluminaba demasiado, pero lo suficiente como para que distinguiese en el centro del círculo, un piedra tumbada en posición horizontal, como si de una mesa se tratase.

Atraido por la curiosidad se fue acercando, a paso lento pero seguro. Creyó que se encontraba allí encima el amuleto, pero en su lugar no había nada. Decepcionado, dejó la antorcha en un extremo de la mesa y con las manos empezó a acariciar la superfície de la mesa, deseando encontrar el amuleto.

-¿Y si lo han robado?Dejar un amuleto mágico a su suerte y encima donde abundan los bandidos...-pensó Kael.

Pero, cuando se quiso dar por vencido, sus finas manos de elfo se toparon con un grabado extraño en la piedra. Extrañado del hallazgo, volvió a coger la antorcha y con sumo cuidado la acerco al lugar, para su sopresa los grabados que había encontrado eran inscripciones élficas.

En ese momento, la luz de la luna se posó sobre la mesa, dejando ver en todo su resplandor las inscripciones. Tenía suerte, ya que con su antiguo maestro había aprendido a leerlas, pero no del todo a comprenderlas.

-Atara, metreo...¡Sintom!-gritó al vacio Kael.

No sabía si había sido lo correcto leer las inscripciones sin saber su significado, pero debía de arriesgarse. De repente, el foco de luz de la luna, se volvió a mover pero esta vez a solo un metro de distancia delante de la mesa, donde una roca con forma muy extraña se empezaba a mover.