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 Sobre Espadas y Hielos Oscuros

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Airlea

Airlea


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MensajeTema: Re: Sobre Espadas y Hielos Oscuros   Sobre Espadas y Hielos Oscuros - Página 2 EmptySáb Mar 26, 2011 1:33 am

La semidiosa escuchó atentamente cada palabra que salía de los labios del joven. Es cierto, ya sabía que su espada era su esencia, pero esta debía de ser mucho más valiosa que solo eso, puesto que el acto que estaba realizando el joven humano era prácticamente como el de vender su alma al diablo. Y prácticamente, porque Airlea no era tan malvada como su padre, ella no había sido concebida por completa oscuridad, su madre había sido humana por lo que gran parte de la esencia de esa mujer era bondadosa, aunque aquello solo podía especularlo ya que su padre la había asesinado el día que se enteró de la existencia de su nueva hija.

Entonces cerró los ojos, la semidiosa ya había tenido mucho de recuerdos, en cualquier momento estaría ante alguna diosa y si quería ser tal debía demostrar primero que podía estar a la par de una. Frunció el ceño ante ese pensamiento para volver a abrir los ojos y dedicarle una mirada que expresaba autoridad al joven. Si bien, este era un alma libre, también iba a ser su amante, pero más importante había dicho a su padre que este era un sirviente y por tanto debía tratarlo como tal ante otra diosa. Sonrío para sus adentros cuando se le cruzó el hecho de que podía usar al joven para su favor al darle parte de la libertad que quería y además la estabilidad emocional que necesitaba para su arma. Al menos las especulaciones sobre el futuro para ambos comenzaban a brillar un poco.

Apartó su mirada del joven, sabía que este no había contado la historia en su totalidad, pero a la vez le había brindado información de suma importancia. Ella también emitió respuesta alguna a la historia, puesto que había sentido una magia mucho más divina y poderosa que la suya entrar en sus aposentos. Precisamente, maga que comenzaba a surtir efecto en la espada del muchacho. Pero algo marchaba mal. Sabía que los dioses nunca hacían un favor gratis, su padre se lo había dicho numerosas veces, pero que también advertían de cuál sería el precio, el hecho de que no fuese advertido le decía que algo grande esperaba para ambos.

– Espero que no mientas respecto a tu espada, Chris. Puesto que la necesitaremos muy pronto – Dijo la semidiosa por lo bajo, esperando que sus palabras no enfadasen a Mahal.

– Veo que sacaste la inteligencia de tu padre, Airlea. Los demás dioses esperamos que sepas llevar bien ese poder y que no sigas el ejemplo de Bairack. Es por eso que he accedido a darte una oportunidad, para que lo reconsideres cuando llegue el momento. El acero de tu lacayo ha sido reforzado con la sabiduría que entregue a los mejores herreros enanos, además restauré las habilidades y algunas cualidades que poseía anteriormente. Y hablando de necesidades, espero que disfruten esta noche, ya que mañana les tengo una importante tarea. Airlea, deberán ir ambos y solos, por ordenes de tu padre. De negarte a sus ordenes los dos serán castigados por ambos, espero que quede claro, ahora los dejo, tengo más asuntos importantes que atender

Se escuchó entonces una voz provenir desde la nada. Se relajó y se acercó hasta el acero de Chris. La hoja brillaba intensamente y estaba en una sola pieza. Suspiró y tomo el mango del arma para que el joven contemplara todo su esplendor. – Los dioses jamás hacen favores gratis, como ya lo debes de haber notado, de ahora en adelante tenlo siempre en cuenta – Diría mientras blandía el arma dibujando círculos en el aíre, como si hubiese portado una espada durante toda su vida. Y mientras se acercaba a Chris, dejo de blandir el arma, para darla vuelta, apuntando el filo hacía ella, posando su palma primero bajo la hoja y luego sosteniendo parte del mango para que el joven la recibiese. – Tendrás tiempo de sobra para entretenerte mañana con ella, ahora… ¿Qué me dices respecto a nuestro trato – Volvería a decir mientras con un deje de picardía perdía su mirada en esos ojos azules que se encontraban frente a ella. – No veo razón para no querer llevar a tu mujer a tus aposentos, sobre todo teniendo en cuenta lo que nos espera mañana – Volvería a decir, ahora con el rostro mucho más relajado que antes y con cierto deje triunfante.
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Chris Tara
Corazón de Hielo
Chris Tara


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MensajeTema: Re: Sobre Espadas y Hielos Oscuros   Sobre Espadas y Hielos Oscuros - Página 2 EmptyLun Mar 28, 2011 6:34 am


Aquel era el momento crucial. Chris Tara sintió, en el fondo de su alma, una profunda satisfacción al saber que lo que había pedido sería cumplido prontamente. Pues, ¿Acaso no era siempre un motivo para sentir orgullo, el lograr los objetivos propuestos?
Incluso el hecho de recuperar su espada a causa de un trato de tal índole, no le causaba tanto enfado como pudiera pensarse. Él estaba consciente del valor de Haiass, más allá de lo que significaba para su naturaleza, y bien valía la pena pagar ese precio por recobrar una parte de sí mismo. Quizá, pensó él, no había sido tan mala idea acudir con Airlea, si de ese modo podía conocerse mejor.
Aquel pensamiento, formulado por causa de su pronta relajación, alivió la mayor parte de sus dudas, que, aunque no solía experimentar a menudo, no había podido reprimir desde que había escapado del letargo mágico que la diosa Beshaba le impuso hacía ya casi dos años. ¿En verdad era el mismo? ¿Podía alcanzar las mismas cosas? ¿Aspirar a más? Para responder a estas preguntas no podía sino experimentar y el hecho de enfrentarse a una semidiosa lo hacía considerar que posiblemente aquella fuera la prueba de fuego.
Si conseguía sustraerse a los tejemanejes y voluntades de la caprichosa divinidad, entonces estaba curado.
El joven respiró más tranquilo. Aunque todavía faltaba completar aquel ritual, no quería ponerse a pensar en las consecuencias de un fallo en la prueba. Usualmente, solía mirar el lado negro de la situación para anticiparse a ella, sin embargo, en esta ocasión comprendía que no podía actuar de la misma manera. Imaginarse que las cosas marchaban mal sería darle puntos a la semidiosa y eso era algo que no se podía permitir. Tenía que reconocer que estaba luchando contra una voluntad igual de fuerte que la suya - incluso más, Airlea no parecía saber lo que era perder- y que el ceder terreno era un lujo que rayaba en el dispendio.
Sobre todo ahora cuando era su turno de cumplir la parte convenida.
Kirtash miró a Airlea. Ella también parecía sumida en sus pensamientos y no demasiado dispuesta a responder del todo en relación a la historia de su espada. Un movimiento inteligente, tuvo que admitir él, ya que el no revelar sus propios planes le añadía el factor sorpresa. En cierto modo eso si le preocupaba un poco, a pesar de tratar de ser lo más sucinto posible, tal vez había revelado demasiado de sí mismo. ¿Entendería ella la profundidad de su lazo con la espada?
Probablemente, dedujo el muchacho tras una ojeada a su semblante. Sí, no la creía tan tonta como para no comprender los más sutiles matices de su información... y era una lástima, aunque no era totalmente una desventaja. Tal vez, si le daba aquello como cebo, ella dejaría de hurgar en su pasado...
Chris se concentró una vez más en el presente y menos en las cavilaciones del futuro al oír a aquella voz, que se comunicaba desde la nada, tan diferente a la de su anfitriona.
Veo que sacaste la inteligencia de tu padre, Airlea. Los demás dioses esperamos que sepas llevar bien ese poder y que no sigas el ejemplo de Bairack. Es por eso que he accedido a darte una oportunidad, para que lo reconsideres cuando llegue el momento. El acero de tu lacayo ha sido reforzado con la sabiduría que entregue a los mejores herreros enanos, además restauré las habilidades y algunas cualidades que poseía anteriormente. Y hablando de necesidades, espero que disfruten esta noche, ya que mañana les tengo una importante tarea. Airlea, deberán ir ambos y solos, por ordenes de tu padre. De negarte a sus ordenes los dos serán castigados por ambos, espero que quede claro, ahora los dejo, tengo más asuntos importantes que atender
Mahal... había oído muchas cosas sobre ella, más no se había interesado tanto como en otras ocasiones. Era absurdo, ya que era una diosa, más anteriormente Kirtash había constatado que lo mejor que se podía hacer para no caer en redes mayores a su entendimiento era permanecer alejado de los dioses...
Lo que posiblemente lo hacía caer nuevamente en la contradicción. ¿Seguía esa regla durante tanto tiempo y se la saltaba compartiendo tiempo con la hija de Bairack?
Inquieto, se examinó un instante antes de evaluar las afirmaciones de la diosa. ¿Era un peligro para él su repentina exposición a los riesgos? En breves segundos, constató que no perdía nada alejándose un poco de su campo de seguridad. Porque, ¿A alguien le importaría todavía que él perdiese algo más que la integridad?
A él, seguramente, pero fuera de ello, ya no existía nadie. Esto podría haber resultado triste para otras personas, pero no para Kirtash. Después de todo, ¿Acaso no era él un solitario? ¿Y no reforzaba su seguridad el saberse totalmente autónomo?
Sí, definitivamente, podía permitirse ciertos riesgos, en vista de las circunstancias.
-En mi posición como mortal, os doy las gracias, señora Mahal- dijo entonces, sin humildad, pero agradecido. ¿Cómo podía no decir gracias al estar recuperando su preciada arma?
Una sensación extraña recorrió entonces al joven humano. Se volvió hacía dónde provenía el origen de esa percepción y contempló a Airlea, que tomaba entonces la empuñadura de Haiass. Por un momento se sintió profundamente incómodo. ¿Es que el hecho de ayudarle a arreglar su espada, le daba derecho a aquella mujer de tomar entre sus manos parte de su alma?
Kirtash se obligó a guardar la compostura, aunque no resultaba fácil. Se había acostumbrado a que ningún mortal pudiera empuñarla aunque así lo hubiese querido y el verla a ella manejar su espada con tanta facilidad no le hacía sentirse tranquilo.
Era muy parecido a una invasión de la intimidad, se dijo y al entenderlo de esta forma, le costó mucho trabajo no arrebatar la hoja de los dedos de la semidiosa, lo que sin duda se hubiera visto como inseguridad.

– Los dioses jamás hacen favores gratis, como ya lo debes de haber notado, de ahora en adelante tenlo siempre en cuenta – sonó entonces la voz de la mujer y entonces recordó las palabras de Mahal. ¿Así que tenían que cumplir una misión en compañía del otro y sin poder llevar a nadie más? Kirtash ladeó la cabeza, molesto al comprender el truco de aislarlos a los dos y encima, juntos, más no protestó como hubiese sido en otra ocasión, su deseo. Seguía mirando las piruetas de ella, viendo como sus ojos verdes relucían triunfantes.
Ella, se dijo él resignadamente, se estaba divirtiendo soberanamente con todo aquello.
¿Y él? se preguntó de pronto Chris Tara. ¿Qué estaba sintiendo? ¿Algo había cambiado al restaurarse su acero?
Exploró sus emociones. Advertía cierta exaltación poco propia de él, quizá debida a a la anticipación y quizá se sentía sereno. También experimentaba cierta cautela... pero por encima de todo, había algo más.
Algo que no había esperado sentir otra vez.
Un poco de ¿Alegría?
Sorprendido, al cabo de un instante entendió que, si bien no se sentía totalmente cómodo, si que sentía un cierto gozo. Su espada estaba entera y aquello era como volver a la normalidad...
En ese momento, Airlea le ofreció elegantemente la espada. Lo que sintió Chris Tara entonces fue difícil de explicar.
Azul y verde se enfrentaron nuevamente. El semblante de la semidiosa debía reflejar parte de su propia complacencia, ya que seguían centelleando sus iris y pupilas y una sonrisa suavizaba sus facciones.
Chris Tara tuvo un momento para observarla entonces. No como una semidiosa, ni como una figura de poder o alguien de cuidado. Tampoco lo hizo como si estuviese mirando a una obra de arte, exquisita en su composición pero sin conmoverle del todo.
Más bien... le observó como persona. Como mujer.
Para empezar, se dijo Chris, sus ojos eran especiales. Su mirada era dura y fuerte, más en el fondo de esa pretendida fuerza había una cierta suavidad, la misma alegría que él experimentara hace unos instantes. ¿Y aquel suave cabello níveo, no estaba un poco desordenado, enmarcando más naturalmente sus rasgos? Las líneas de su cara reflejaban más que poder, se dijo Chris, también allí había dolor.
Y de la luz que emanaba su espada, Kirtash pudo advertir también las líneas de expresión que reflejaban su soledad.
Un cierto asombro inició un estremecimiento en su cuello. Él no había esperado que la afinidad entre ambos se manifestase en aquel momento pero era de lo más natural. La manera seductora en la que Airlea le pedía que cumpliera sus deseos era algo más que una orden, más que un deseo.
¿Podría ser, preguntó la parte más vulnerable de su espíritu, que ella también pudiese experimentar algo tan humano como el dolor y el rechazo?
Recordó entonces, quizá incongruentemente, la manera en la que había reaccionado cuando él le mencionó por primera vez su renuencia a seguir tocándola. Su voz había reflejado ira y quizá exasperación, pero... ¿No había en su voz, tal vez, un poco de decepción?
Llevado por esta repentina revelación, él entrecerró sus ojos azules. De algún modo, el regresarle la espada era un riesgo de ella, no suyo. Podía escapar, después de todo. Podía atacarla, una vez obtenido lo que quería. Porque, después de todo, ¿Qué sabía ella de él? Más allá de su lujuria o su necesidad, más allá de su curiosidad, ¿Qué la motivaba?
La intriga volvió y, por una vez, Kirtash se sintió motivado a descubrir el misterio. Empuñó nuevamente su arma, notando como se amoldaba perfectamente a su mano y una corriente de energía estabilizaba su confusa estructura, ascendiendo por su brazo e incrementándose en medio de su pecho. Era como un pequeño renacimiento...
Contuvo la respiración, notando cómo Haiass le daba de nuevo la bienvenida, lo envolvía en su hielo, le otorgaba estabilidad, recuperaba su fuerza.
Aquel era un excelente trabajo. Lo suficientemente bueno para resultar incluso una mejora en su vida.
Tendrás tiempo de sobra para entretenerte mañana con ella, ahora… ¿Qué me dices respecto a nuestro trato – Airlea volvía a distraerlo, recordándole su pacto y hundiendo su mirada en los ojos de él, voluntariamente ofreciéndole bucear en su consciencia de forma libre.
No veo razón para no querer llevar a tu mujer a tus aposentos, sobre todo teniendo en cuenta lo que nos espera mañana – siguió diciendo y él enarcó una ceja divertido, al oír la palabra posesiva "tu". Aquello representaba un cambio. Chris había pensado más bien que ella pensaba en su persona como suya, así que hubiera sido más adecuado oírle decir "mi hombre"
Era algo un poco extraño, pensándolo bien. Él nunca pudo pensar en nadie que amase como una posesión. Iba contra su esencia, sus creencias.
Aunque, se recordó entonces, él no la amaba. Pero...
Si que tenía razón. Él debía cumplir su parte. Y, ¿Por qué no? Se hallaba de muy buen humor. Ella en efecto le había dado lo que había querido.
Alzó su hoja, brillante, blancoazulada. Una sonrisa tan pícara como la de la semidiosa se instauró en su bien formada boca y apuntó hacía el hombro de la mujer.
Sí, se dijo Kirtash sin dejar de mirarla ni por un instante.
Airlea era hermosa. Y aquello complacía a su alma de serpiente.
Deslizó, pues, con tranquilo cuidado, sin pretender cortar, el filo por su cuello, como en una fría caricia. Le divertía pensar que era un intento de turbarla un poco.
De recordarle que no quería amos sobre él.
-¿Así querrías que te acariciaran mis manos?- preguntó el joven, su voz toda fina seda. La espada bajó con infinita suavidad hacía sus pechos y luego cambió de dirección hacía su hombro, donde rozó la tela del vestido púrpura.
- ¿El acero se siente mejor que mis dedos?- preguntó entonces, sabiendo que Haiass debía estar deliciosamente helada y que Airlea debería estarse estremeciendo por dentro. El saberlo le proporcionaba una nueva estabilidad, de diferente índole a la de la espada.
Porque después de todo aquel era su juego. No se le puede pedir a una serpiente que no jugueteé con su presa, aunque en este caso fuera hipotética.
Chris Tara observó atentamente el rostro de la que iba a convertirse en su amante. Le gustaba la manera en la que ocultaba su arrebato, el modo en que lo miraba fijamente, sin recato, tan despojada de toda ilusión mortal. Le hacía preguntarse hacía donde podía llegar, hasta dónde le dejaría tomar la iniciativa...
Movió su mano ligeramente y se oyó el leve sonido de la tela al ser cortada. Él avanzó despacio en su labor, solazándose en la expectativa de ella. Al fin una manga quedó totalmente partida en dos y él pasó a la otra.
Y entonces ella quedó semidesnuda. Aquel era el momento para concluir el juego y besarla.
Pero, ¿Por qué Chris iba a acelerar el proceso?
La hoja siguió deslizándose, esta vez hacía las curvas de su cintura. Pasó el lado plano por en medio de sus senos y delineó la curva de su cintura, deleitándose en su belleza.
Porque, por muy frío que fuera su corazón, Kirtash también era humano.
Y por ello, sonrió tranquilamente al alzar su espada de nuevo. Al bajarla, como en un deje de amenaza, la estocada no hirió a Airlea.
En su lugar, cortó lo que quedaba del vestido y lo deslizó hasta el suelo, sin dejar de enfrentar su mirada. Los ojos de Kirtash eran electrizantes y seguían llenos de picardía.
Nuevamente, la parte plana de la hoja se movía. Kirtash se acercó un poco más, para tener mayor eficacia en sus movimientos e introdujo delicadamente su acero entre las piernas desnudas de la semidiosa, acariciando sus muslos, descendiendo con amable lentitud hacía sus rodillas y ascendiendo con el mayor cuidado.
Al ver la expresión de ella, Kirtash se distendió aún más.
- Esta es mi forma de dar las gracias- le explicó con mucha calma y apartó la espada.
Entonces tomó su rostro entre sus manos y la besó intensamente.
¿Por qué, se preguntaba él, no podía divertirse un poco, si ella sacaba lo mejor del trato?

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Airlea

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MensajeTema: Re: Sobre Espadas y Hielos Oscuros   Sobre Espadas y Hielos Oscuros - Página 2 EmptySáb Abr 02, 2011 9:51 pm

Airlea sonrío levemente al ver como Chris tomaba la espada que recientemente había sido reparada. Claro, que nada le hubiese advertido lo que el joven tenía preparado para ella, menos después de haberla rechazado tan abiertamente. Y eso, prontamente se pudo ver reflejado en la cara de la semidiosa, si bien aún no se enojaba por completo, sabía que si esta vez el joven rechazaba el trato que había aceptado le tocaría un castigo doble. Se había arriesgado mucho por reparar esa espada como para que el muchacho se pusiera a jugar con ella y encima quería provocarla. Se mantuvo firme cuando sintió la fría caricia del acero del joven, era cierto, prefería los dedos de este, pero el coraje que le daba no le permitiría jamás revelarlo. O al menos no en un futuro muy cercano. Y claro que no, la respuesta a su segunda pregunta era absolutamente negativa y a pesar de que tenía algo de ganas de reventarle el rostro y tomarlo por la fuerza, esperaría y dejaría que jugase a su juego. No podía arriesgarse a matarlo, si lo hacía entonces tendría que ir solo a la misión de Mihil. No era que se pusiese dependiente al no querer ir con el muchacho, la orden de la diosa había sido esa, debía ir con él y no quería hacerla enojar.

‘’¿Qué diablos quieres jugar ahora, querido?’’ Se preguntó para sí misma mientras sentía como la tela de su vestido comenzaba a rasgarse. No podía estar segura después de aquel movimiento, ¿quería aprovecharse de ella mientras la mataba? No se atrevería, no. La semidiosa sabía que el joven no podría matarla, si llegase a herirle entonces sería el fin para el muchacho y se mantuvo firme con ese pensamiento cuando quedo semidesnuda. ‘’Ya veo, quieres ver hasta donde puedes hacerme enojar ¿y luego traicionarme?’’ Una sonrisa pícara se escapó del rostro de Airlea mientras el joven la miraba. No bajaría la guardia hasta fundirse con su anhelado muchacho. Era en cierto sentido irónico, normalmente era ella quien tomaba ese papel, que la hubiesen puesto en otro lugar la hacía sentirse solo hasta cierto punto confundida. Aquello la excitaba algo si, ¿cómo era posible qué un joven humano gustase los mismos juegos? En el fondo no eran tan distintos, pero Airlea jamás olvidaría su posición por sobre el muchacho y si su plan era jugar antes de tomarla, pues lo haría.

No gimió, pero si debía admitir que esa espada tenía lo suyo al tocarla. No estaba preocupada por perder la compostura ante sus caricias de momento, necesitaría mucho más que eso y más después de haberla hecho ponerse en guardia. El joven se atrevió a levantar su acero en contra de ella y eso para Airlea era totalmente ofensivo. Claro que debía admitir que el joven era bueno blandiendo el acero, puesto que en cuestión de pocos segundos se vio despojada completamente de sus prendas. Quedando completamente desnuda frente al muchacho. Una mirada de advertencia entonces fue dedicada al joven de cuyo rostro no podía comprender para nada aquel brillo de picardía. ¿Intentaba matarla, asustarla o jugar con ella? Tal vez si había sido una mala idea dejarle tomar la iniciativa tan apresuradamente. Ante ese pensamiento tampoco pudo evitar retroceder a penas unos centímetros temiendo que esta vez el joven quisiera devolver su ataque por donde lo había lanzado, pero en vez de eso lo que no pudo evitar fue sentir una repentina excitación y un frío escalofrío recorrer por su espalda al sentir la espada del muchacho sobre su pierna. ‘’! Si vas a atacar, hazlo ya !’’ Pensó para sí misma, pero entonces las palabras del joven la tomaron por sorpresa. Mas su ceño se frunció levemente al ver como se despojaba de su espada, pero no tuvo mucho tiempo para pensar porque lo hacía ya que la respuesta llegó sin previo aviso.

Su rostro fue tomado por las manos del joven y sin poder evitarlo cerró los ojos para entregarse al beso que este le estaba robando. No pudo evitar que su lado humano llevase sus manos a los hombros del joven mientras el beso duraba y pensaba que si le estaba dando demasiado terreno, pero a la vez sabía que debía mantenerlo entretenido al menos por aquella noche. Debía dejar que hiciera a su gusto mientras cumplía con el trato puesto que lo necesitaba para mañana, pero no dejaría que se divirtiera cada vez que quisiera. Y así sumida en ese intenso beso comenzó lentamente a desabrochar la gabardina del joven para sin separar sus labios pasar sus manos por debajo de esta y terminar quitándosela. Luego sus manos volverían a posarse sobre los hombros del joven y al cabo de unos segundos separaría sus labios de los del muchacho y apoyaba su frente con la de este aún con los ojos cerrados. Definitivamente no le gustaba el papel sumiso que estaba jugando, pero aparentaba bastante bien y sabía que la situación lo ameritaba.

– Jamás vuelvas a levantar tu espada en mi contra, será la primera y última que perdone – Diría tratando de sonar autoritaria, pero su lado humano se lo impedía en gran parte por lo bien que se sentía en los brazos del joven, hasta cierto punto protegida. No podía seguir permitiéndolo, tal y como lo había previsto antes, aquel joven sería su perdición si le seguía cediendo terreno, pero por primera vez su lado humano quería mantener el control. ¿Sería acaso la compatibilidad de raza que compartía a medias con el joven? No debía permitirlo, empero prefería darse a la idea de que por una noche no haría daño y tras ese pensamiento comenzó a acariciar tiernamente el cuello del joven con su mano izquierda. ¿Cuándo había sido la última vez que se permitió aquel placer? No sabía, hacía mucho tiempo que la semidiosa dejo de contar los años; probablemente mucho antes de que Chris naciera, pero si sabía que había pasado un buen tiempo desde que no tenía un amante.

– Vamos querido, no querrás hacer que me arrepienta, ¿o sí? – Le susurraría luego al oído invitándolo a seguir con su juego mientras su otra mano pasaba a acariciar delicadamente el costado inferior de Chris al mismo tiempo que comenzaba a besar pausadamente el cuello del joven un poco más por debajo de su oído por el que le había hablado. Ya se había entregado por completa, pero en el fondo sabía muy bien que una vez su capricho fuese concebido volvería a ser la misma fría Airlea de siempre, al menos una vez fuera de la cama, la cual aún no compartían. Era una buena jugada digna de una mujer que se hacía vale por sí misma, cederle terreno para luego quitárselo y hacerlo rogar para que se lo cediera nuevamente. Para sus adentros su lado divino sonreía mientras dejaba que su amante la complaciese tal y como lo había querido con anterioridad.
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