Pelea por el pueblo (privada)

En un tranquilo camino, sentadas al rededor de un tocón, habían dos personas, un montón de cartas habían tiradas por el tocón.
Uno de ellos portaba una armadura, y a su lado había una lanza, su expresión era nerviosa, mientras miraba sus cartas nervioso.
El otro tenia un aspecto bien distinto, llevaba una camiseta azul y unos pantalones del mismo color, sus cabellos castaños oscuros estaban algo revueltos,. y sus ojos púrpura miraban fijamente al hombre, el muchacho tenia un faz tranquila.

-...Tres ases...-Dijo el soldado colocando tres cartas bocabajo sobre el tocón.

-Cuatro comodines-Dijo Pierrot colocando cuatro cartas sobre las tres anteriores.

-Mentiroso, no hay cuatro comodines, si no dos, te he ganado-Dijo el hombre sonriente creyendo que ya había vencido a aquel muchacho de ojos púrpuras.

-No no...-Dijo Pierrot volteando sus cartas y mostrando que efectivamente habían cuatro comodines.-Te gané yo... tu dinero es mío... de nuevo, creo que no te queda mas.

-¡Tramposo! ¡haces trampas! ¡no te daré nada! ¡Y dame lo que es mío!-ijo el hombre levantándose y golpeando fuertemente el tocón.

Pierrot miró al hombre... le llamaba tramposo... le enseñaría modales a aquel maleducado, y de paso se divertiría.
Velozmente tomó su daga y atravesó una de las manos del hombre, clavándola en el tocón.
Este lanzó un grito de dolor al sentir como la daga atravesaba su mano. Pierrot recogió tranquilamente las cartas y el dinero, después cogió de la cabeza al hombre y la empujó, haciéndole caer, ero como su mano seguía clavada y el cuerpo tiraba la daga seccionó la mano entre el dedo índice y corazón en dos partes, mientras aquel hombre se retorcía en el suelo de dolor, sujetándose la mano, la cual estaba bañada en sangre que no paraba de manar.

Pierrot continuó el camino con una sonrisa en la cara, aquella partida con el soldado había sido muy divertida.
Caminó con aquella sonrisa el resto del camino, hasta que llegó a una ciudad.-Genial, aquí podré descansar y conseguir mas dinero y diversión... iré a la plaza...-Pensó el muchacho.
Caminando por las calles llegó al sitio mas concurrido, y buscó algo de espacio para su actuación... se preguntó si algún niño volvería a meterse en su espacio... en el ultimo pueblo uno lo intentó y acabó calcinado, pero ese no era su problema, el no le obligó a meterse.

Nogard abrió los ojos, contemplando el techo de la posada donde se hospedaba por unos días. Se levantó y se puso su ropa tranquilamente, el día anterior había llegado tarde y había decidido dormir en la posada y esperar al día siguiente para actuar.
Tomó su flauta y se dispuso a salir, mas de pronto se paró en el umbral de la puerta, y se giró a contemplar algo que había dejado sobre la cama... su sable... Regresó sobre sus pasos y lo tomó, mejor prevenir que curar...

Salió como una centella de su cuarto, y se despidió de la posadera, una mujer rechoncha con un delantal que debió ser blanco antiguamente, pero ahora era grisáceo y lleno de todo tipo de manchas.
Caminó rápidamente por las transitadas calles de aquella ciudad, con su sable en su funda, colgada d su cinturón, la flauta entre sus manos, y tarareando la canción que tocaría.

¿Podría tocar la del águila? ¿O mejor la de los caballeros? ¿Tal vez a del bosque?
Tenia un gran repertorio de canciones, a las que le había puesto nombres para recordarlas.
¿Como elegir entre tantas? por una parte era bueno tener tantas, pues siempre tenias alguna guardada, pero por otra parte, costaba elegir cual tocar.
Se decidió-tras petición de su amigo dragón-por tocar la canción de las tormentas, una de las preferidas de su amigo.

Llegó a la plaza, y se sentó bajo un árbol que había en el centro, se llevó la flauta a los labios, pero cuando iba a comenzar a tocar vio a un hombre vestido de azul, pelo oscuro y ojos púrpuras, tenia apariencia de ganarse la vida con el dinero del pueblo, pero dudaba que fuese tocando, pues no portaba instrumentos... al parecer competirían por el pueblo.
Con una sonrisa comenzó a soplar, creando la bella melodía, melodía que esperaba, le diese de comer.

Se coloco en su siento, pidiendo a la gente que dejase espacio... no porque se preocupase por ellos, si no porque tanta gente acomunada le daba calor, y no era cómodo hacer malabares con bolas de fuego en ese estado.
Cuando hubo echo un espacio la gente le miro, esperando a que hiciese su espectáculo, estaba a puno de empezarlo cuando alguien captó su atención, un chico rubio llegó con una flauta y le miró... sus miradas se cruzaron entre l gente, pero ambos acabaron desviándolas y poniéndose a lo suyo, seria una competición al parecer...

Miró a su alrededor, la gente se impacientaba, rápidamente Pierrot recobró su postura normal. Pierrot comenzó a chasquear los dedos, siguiendo una extraña melodía... poco a poco tres llamas aparecieron ante el, una roja, una verde, y otra azul.
En cuanto se hubieron formado tres llamas e un tamaño adecuado Pierrot comenzó a hacer malabares con ellas, maravillando a la gente con s habilidad, combinada con su magia y el juego de luces de las llamas.

La gente lanzó una exclamación de sorpresa al ver aquellas lamas danzantes. Mientras Pierrot se movía por su zona, siguiendo con sus malabares, haciendo mover aquellas llamas en distintas posiciones, sentado, tumbado, saltando agachado, cualquier posición era valida.
Per Pierrot escuchaba aquella melodía que el chico rubio entonaba, y varias personas se agolpaban para oírle. Pierrot comenzó a enfadarse ¿quien s creía ese para robarle su publico?

Al limite de su paciencia se giró y lanzó las tres llamas contra aquel niño, si quería pelea la tendría, raídamente la gente se apartó del camino de las esferas, creando un campo n el que se libraría aquella batalla entre e malabarista y el bardo, una batalla, por el pueblo.

-¡Lárgate de aquí! Este publico es mío

La ultima nota silbó en el aire, cuando un chillido se escuchó entre la gente que le rodeaba, y vio una fuente de luz acercándosele veloz, mientras la gente se apartaba de su camino, parecía provenir de la dirección del malabarista.
Instintivamente se tapó el rostro con los brazos, y estos se cubrieron de escamas, entonces recibió tres impactos consecutivos y notó una explosión de calidez en sus manos, mas, sus escamas le protegieron del daño de las llamas.
Nogard miró aturdido al malabarista, que le gritaba furioso, parecía querer que se marchase... pues iba bien sobrado, no se marcharía de allí solo porque un estúpido malabarista quisiera el pueblo... aunque parecía fuerte.

Sacó su sable y se dispuso para comenzar aquella pelea, mas esta vez no le daría el placer del próximo golpe, esta vez era suyo...
Dispuesto estaba a dar el ataque cuando una voz resonó en su cabeza, era el dragón...

-¿Estas seguro de que quieres pelear con el? Parece que no será fácil...

-Seguro

Rápidamente, sin perder mas tiempo corrió hacia el malabarista, y a unos metros dio un brusco giro, pues no pensaba atacar directamente, pues era obvio que un golpe así era fácil de evitar.
Dio un fuerte tajo al malabarista en el antebrazo, pues su finta había dado resultado, después, debido a la inexperiencia en el combate se echó hacia atrás para comprobar el éxito de su golpe, en vez de encadenar otro para anular al oponente antes de que reaccionase, un error que le podía costar la victoria... tal vez incluso la vida.
Rápidamente al darse cuenta de su error adoptó posición defensiva y se preparó para hablar.

-¡Hey! ¿Por qué nos peleamos? Dejemos esta absurda batalla-Dijo Nogard intentando persuadir al enemigo de que continuasen esa pelea que parecía muy poco lógica.

El chico se cubrió con sus brazos, Pierrot sonrió pensando que estos arderían y comenzaría a chillar por el dolor, pero no fue así, Pierrot vio como las bolas de fuego impactaban y quemaban su ropa, llenando el aire de un asqueroso aroma a tela quemada.
Pero sus brazos, ahora cubiertos de unas extrañas escamas verdes amarillentas estaban intactos, Pierrot quedó sorprendido, demonios, el chico había aguantado, y de una extraña forma, nunca había visto nada así... ese chico era un rival que aguantaba su magia... mejor para Pierrot, tendría alguien con quien se divertiría mas tiempo.

El chico sacó un sable de la vaina que portaba, este relució al sol, durante un momento pareció inmerso en sus pensamientos, pero después atacó linealmente, era fácil de evitar, pero Pierrot cayó en la simple finta y recibió un corte en el antebrazo, este no era muy profundo, pero la sangre comenzó a brotar y manchó sus ropas del liquido carmesí. Pierrot miró con furia al niño, para ser joven era bueno... se lo pasaría muy bien...
Sacó sus dos espadas, y al escuchar sus palabras no pudo evitar dar una tremenda carcajada.

-No pienso abandonar pequeño... no permitiré que me quites la atención del pueblo... te voy a matar, disfrutaré separándote la cabeza del cuello... aunque no te quemes supongo que sin cabeza no vivirás... y si no ya te buscaré una muerte peor...-Dijo Pierrot con una sonrisa en su boca.

Esa sonrisa era muy siniestra, delataba los pensamientos que tenia el malabarista, su perturbada mente se mostraba con una sola y simple sonrisa, una sonrisa que permaneció mientras las dos espadas de Pierrot cortaban el aire velozmente, dentelleando mientras se acercaban a toda velocidad al cuerpo del niño.
Este interpuso su sable ágilmente y lo paró, mas Pierrot encadenó otro golpe que alcanzó sus brazos, aun cubiertos de escamas, esta protección adicional evitó el corte.
Pierrot miró furioso las escamas... el chico estaba protegido... tenia ventaja, pero no dejaría que eso fuese un problema.
Respirando hondo encadenó una serie de golpes rápidos intentando producir el mayor daño al chico, y cuando no pudiese defenderse acabaría de una vez...

Nogard miró al malabarista algo confuso, se reía de su pedida de una tregua o de el mismo... de las dos cosas supuso finalmente.
Entonces le dijo unas palabras, aquestas palabras hicieron perder el color al chico... lo quería matar, solo por trabajar... ¡Ese hombre estaba loco! ¿En que se había metido? Debería haber echo caso del dragón y haber huido... suerte que no sabia que si hubiese intentado escapar Pierrot le habría atacado de todas formas...
Le atacó con un corte por ambos flancos mientras esa siniestra sonrisa permanecía en su rostro.

Pero hábilmente Nogard dio un corte en parábola que desvió ambos cortes, pero Pierrot no cometió su mismo fallo, el dio un segundo golpe, este no pudo evitarlo completamente, pero el filo de la espada solo consiguió arrastrarse por las escamas, y aunque estas no fuesen muy duras lo eran lo suficiente como para evitar que el corte llegase a la piel que había debajo y fuese efectivo.
Entonces Pierrot paró un instante, Nogard tomó aliento, suponiendo que ahora lucharía mejor, y preparándose para combatir el también.
Como había presentido el malabarista encadenó varios golpes con sus espadas. Nogard los paraba a duras penas, bloqueándolos con su sable, cada vez que los aceros entrechocaban una explosión de chispas saltaban en todas direcciones. Los golpes eran fuertes, y Nogard, que aun no había desarrollado sus músculos completamente se cansaba a cada golpe que paraba. Entonces un consejo del dragón resonó en el interior de su mente.

-Agáchate... entre sus piernas... y golpéale por detrás...

Nogard rápidamente siguió el consejo del dragón, y se agachó al tiempo que Pierrot realizaba un corte en tijera a su cuello, por supuesto, fallido gracias a que se agachó momentos antes, sin apenas dar tiempo a reacción rodó por entre sus piernas, y una vez a su espalda le propinó una patada con todas sus fuerzas en el talón, haciendo un barrido.
Pierrot calló al suelo y una espada se le escapó, quedando ahora en igualdad de condiciones.

Las chispas saltaban a cada golpe que lograba parar el chico, Pierrot permanecía impasible, aunque en el interior se asombraba de lo bien que resistía el joven.
Entonces, harto de que sus golpes fuesen errados echó hacia atrás los brazos, con las espadas bien rectas, y después los lanzó hacia delatante, haciendo que se cruzasen en un punto, para así cortar el cuello del bardo, mas, asombrado se quedó, cuando este, como si lo hubiese adivinado se agachó, sin permitir que escapase de un movimiento rápido de sus muñecas colocó las manos hacia abajó, apuntando al suelo con sus espadas, preparándose para clavarlas en el niño, mas el golpe de nuevo falló, pues este se introdujo entre sus piernas y el golpe llegó al suelo sin producir daños al joven.

Antes de que pudiese reaccionar sintió un golpe en el talón, y este se movió, sufriendo un barrido que le hizo caer hacia atrás, una espada escapó de sus manos y se alejó de el, mientras su espalda golpeaba fuertemente el suelo. Miró algo confuso por el golpe al chico, pero rápidamente le tomó un pie para evitar que huyese y estirando de el le hizo caer.
Aferró su espada con fuerza y se preparó para rebanarle el cuello.
Entonces el chico dio un veloz golpe a su espada, y quedó desarmado.

Pierrot miró al chico incrédulo... ¡Estaba perdiendo contra un mocoso! ¡No! ¡Jamás!
Aun tenia un arma oculta... Pierrot se levantó del suelo, fingiendo querer rendirse, pero en la confusión que tenia el chico por lo rápido que sucedían las cosas extrajo su daga oculta y le hizo un corte en el hombro, atravesando sus ropajes que comenzaron a mancarse de sangre. Pierrot comenzó a reír diabólicamente mientras aprovechaba que el corte efectuado había confundido a Nogard para tomarlo del cuello y alzarlo.

-Pequeño mocoso... me has dado ya muchos problemas... es hora de acabar al fin con tu vida... si te sirve de algo en el mas allá... disfrutaré con tu muerte.-Dijo acercando su daga al cuello de Nogard.

Pero algo lo detuvo en ese momento... la gente hablaba... chillaba... ¿Que decían? no se entendía nada, pues cada uno decía algo distinto, Pierrot miró a su alrededor y vio un montón de monedas tiradas en el suelo a su alrededor... había... había... ¡Por los dioses! ¡había mucho mas de lo que conseguía en sus mejores días! Miró a la gente... y se dio cuenta de lo que sucedía, la gente pensaba que estaban actuando, y les había encantado el combate... Pierrot pasó la daga por el cuello del chico, haciendo un levísimo corte, pero ni por asomo mortal, y lo dejó en el suelo, después se agachó y le habló al oído.

-Chico... iba a matarte pero mira esto... este combate les ha encantado... parece que podemos beneficiarnos mas si trabajamos juntos... ¿te parece una alianza por el dinero?-Dijo Pierrot cambiando su sonrisa macabra por una muchísimo mas amistosa.

Dispuesto ya estaba a marcharse, pues el malabarista tenia ya todas las de perder, pero entonces sitió que le aferraban el pie, y un momento después un tirón... empezó a caer, y golpeó con fuerza el suelo.
Pierrot se disparo a rematarle, pero no se dejaría tan fácilmente derrotar, aun empuñaba su sable... aun tenia una oportunidad.
El aire silbó cuando el sable cortó velozmente el aire, hasta golpear con fuerza la espada de Pierrot, la cual voló lejos... ahora el había ganado.
Se levantó pensando que ya nada podría ir mal, equivocándose... se confió demasiado, y cuando se dio cuenta su hombro estaba cortado, un grito de dolor emergió de su garganta, y se llevó las manos a la herida, intentando así que el dolor remitiera, de pronto una mano de aferró por la parte posterior del cuello y lo alzó, escuchó la voz del malabarista...

había perdido... iba a morir... movía las piernas y los brazos en un frenético intento de libertarse, pero al estar cogido por detrás no consiguió liberarse... la gente chillaba, pero no le importaba, ya nada se podía hacer... moriría por segunda vez...
El frió tacto de la daga en su cuello... sintió el corte... pero, no... la muerte no acudió a el.
El malabarista lo soltó, y Nogard quedó confuso ¿que pasaba? ¿estaba muerto? ¿había resucitado otra vez? Entonces la voz de Pierrot resonó en su oído, y le explicó lo sucedido.
Sintió un escalofrió al decirle que quería matarle, pero... bueno, por lo menos al final no lo hizo.

Miró a su alrededor, comprobando que era cierto lo que decía, estaban rodeados de dinero... mucho dinero... demonios... nunca había visto a nadie a quien le hubiesen dado tantísimo por una actuación. Nogard miró a Pierrot, y su sonría, ahora mucho mas diferente... aunque sabia que era solo una mascara, y dudaba si prefería esta o la siniestra.
Nogard asintió ante la propuesta, y se colocó al lado de malabarista, como si ambos estuviesen sincronizados hicieron una reverencia a la vez, haciendo parecer que el espectáculo había acabado, y entonces la multitud se empezó a disolver. Mientras tanto, Nogard y Pierrot recogieron el dinero.

-Increíble... aunque lo repartamos a partes iguales aquí hay bastante mas de lo que gano habitualmente... ¿Vamos a la posada cuando recojamos esto? así hablamos un poco y nos conocemos... yo me llamo Nogard, por cierto.

Miró asombrado el dinero… y pensar que casi lo mataban… bueno, lo importante era que seguía vivo… y que además había sacado un buen pellizco de la situación… de pronto un pinchazo en el hombro le hizo recordar el corte que tenia, y ayudándose de su sable se cortó un trozo de la manga para vendarse la herida… no quería que todo el dinero ganado acabase destinado a un medico… desde luego no habría sido nada rentable.

El chico le asintió, y el con si sonrisa amistosa permaneció. El chico se colocó a su lado, y ambos hicieron una reverencia al mismo tiempo para indicarles que el "espectáculo" había acabado. Después de que la multitud empezase a disiparse ambos empezaron a recoger el dinero rápidamente, Nogard, así dijo que se llamaba, comentó que aun repartiéndolo había mas dinero del que ganaba el, y Pierrot asintió, pues también pensaba lo mismo.
También sugirió ir a la posada y allí hablar mas tranquilamente.

-No me parece mala idea... oh... y no te tomes mal lo de intentar matarte... es que no pensaba renunciar a este pueblo, pero como veo que saco mas provecho con tigo prefiero que vivas... Ah... y yo me llamo Pierrot.

Una vez todo recogido fueron rumbo a la posada, cruzando las calles, pasando entre ríos de gente, y evitando las "lluvias negras" que la gente lanzaba por su ventana...
Al fin, dieron con la posada, cuando ya empezaba a oscurecer, se adentraron y Pierrot se acercó al mostrador para pagar el descanso de esa noche.
Entró en la habitación que compartiría con Nogard, y una vez entraron dejaron todo el dinero en el suelo, y comenzaron a contarlo para repartirlo en partes iguales.

-Mm... 49... no... esta no... aquí... 50... Esto... ¿de donde vienes pequeño eh... Nogard?-Dijo Pierrot mientras apilaba monedas de cobre.

No es que le importase demasiado, pero quería conocer algo mas del chico, y de paso entretenerse mientras contaba las monedas, una tarea que les llevaría bastante.
También quería saber una cosa, la cual si le interesaban, y eran esas escamas que le habían salido en los brazos, no había visto a ningún humano así, y tampoco conocía de magia de ese tipo, el chico era todo un misterio...

-Por cierto... ¿y esas escamas que te salieron? ¿Que son? ¿como haces eso de que te salgan?-Dijo Pierrot arañando un trozo de carne que había adherido a una moneda.

Llegaron a la posada, y Pierrot pagó una noche a la posadera, después fueron juntos a una habitación, y allí dejaron todas las monedas en el suelo para empezar el recuento.
Primero hubo un silencio algo incomodo, pero después Pierrot lo rompió haciéndole una pregunta.

-Toma Pierrot, aquí hay otras 50... pues... aunque vengo de todos lados porque... bueno, ya sabes, viajo... vengo de un pueblecito, no aparece ni siquiera en los mapas, así que dudo que lo conozcas... 23... 24... ¿y tu Pierrot?-Dijo Pierrot sin dejar de contar.

El hombre era un malabarista, y sentía algo de curiosidad por su vida, pero no quería preguntarle demasiado por si se ofendía y decidía matarlo y quedarse con todo el dinero... Parecía que no estaba bien de la cabeza, y en cualquier momento podría matarle... si le hubiese matado delante de todos, la gente se habría dado cuenta de que no era una actuación, y se habrían llevado el dinero a parte de llamar a los guardias... Pero ahora...
Prefería andarse con cuidado... no sabia de que era capaz aquel hombre, y mejor no descubrirlo...
Le preguntó sobre sus poderes, y Nogard no dudó en decir la verdad... al fin y al cabo ¿un loco consideraría su historia una locura?

-Pues es un poder que tengo desde hace un tiempo... un dragón dio su vida por la mía, por eso estoy aquí... le debo mi vida, y bueno... a demás de darme su vida... también me dejó sus poderes...-Dijo Nogard sonriente.

Era increíble el tiempo que había pasado... y las cosas transcurridas en aquel tiempo... tantas cosas... pero... seguro que pasarían mas cosas de ahora en adelante... lo que no sabia es si serian de su agrado o no.
Se estiró un poco para no agarrotarse, y siguió con el recuento de las monedas, la única parte mala de conseguir tanto dinero, era contarlo.

Pierrot dejó las cincuenta monedas que Nogard le dio junto a las suyas y las apartó. Después empezó a contar otras cuantas mientras escuchaba a Nogard...
El venia de un pueblecito... valla... al menos el tubo un hogar fijo, el se había tenido que mover toda su vida con el circo... nunca había tenido amigos... pues en el circo siempre había estado trabajando, y rara vez le dejaban jugar... siempre le habían echo centrarse en sus malabares... Tal vez esa fuese la razón que lo enloqueció... la falta de alguien que le quisiera... eso nadie lo sabia... pero lo que si se sabia es que eso había acabado... el mismo lo terminó... el acabó con las vidas de la gente del circo... el los mató, los destruyó, no eran nada... ¿amor? ¿amistad? ¿Quien quería eso? No servia para nada, únicamente era una distracción que el aprovechaba para terminar con al vida de los demás... era inútil, y... ¿porque no? debía desaparecer.
Pobre Pierrot... no haber conocido estos sentimientos le había trastocado.

-¿Yo? yo vengo de todos lados... toda mi vida he estado en el circo... pero eso se acabó, no volveré, ahora trabajo solo. ¿Y tu por que dejaste el pueblo?

Cuando Nogard le explicó la razón de sus escamas una moneda escapó de las petrificadas manos de Pierrot cayendo al suelo... ¡Un humano revivido por un dragón! Que caso mas excepcional... nunca había oído hablar de nada similar, el chico debía ser único.
¿Un dragón que da su vida por un humano y le da sus poderes? ¿Que motivos podría tener una criatura tal para entregar semejantes tesoros por las buenas?
Llegó a la conclusión de que era por uno de esos entupidos sentimientos, una razón mas para erradicarlos.

-Menudo dragón, mira que ofrecer semejantes valores así por las buenas... ¿Te ordenó alguna misión a cambio de ellos? ¿son temporales o son permanentes? me gustaría saber mas.

Cuando Pierrot le preguntó la razón por la que abandonó el pueblo Nogard se vio obligado a pensar unos momentos, pues ni el mismo lo tenia muya claro precisamente.
Tras lo sucedido con el dragón, regresó a su casa, tomó sus cosas y se fue, desde entonces no se había instalado en ningún sitio, se fue del pueblo por el dragón, quería hacer algo para intentar devolverle el favor al dragón, pues, aunque este dijese que le había de vuelta la vida porque el salvó la suya antes, Nogard no estaba demasiado convencido, y quería hacer algo de lo que el dragón se sintiese realmente orgulloso, pero aun no lo había encontrado, solo deambulaba por las ciudades ganándose la vida, y escuchando al dragón hablarle, comentarle cosas, dándole consejos, a cada día que pasaba asentía que le debía mas al dragón, pues si no fuese por su ayuda ya habría muerto, y en múltiples situaciones.

-Pues la razón es que busco una forma de devolver el favor al dragón, busco hacer algo de lo que se sienta orgulloso.-Dijo mientras dejaba un montoncito de monedas plateadas a un lado y comenzaba a contar otro.

Se sentía algo reacio a contarle todo, sentía que si se le iba demasiado al lengua podría acabar muy mal, ese hombre a cada momento le parecía mas loco, y se confirmó cuando dijo la siguiente frase.
El hombre no entendía que el dragón le había dado sus poderes como gratitud, como amistad, parecía no entender eso... tal vez fuese aun mas peligroso de lo que se imaginaba, seria mejor alejarse de el lo antes posible.

-No, el no me encargó nada, me los dio a cambio de nada, únicamente soy yo, que siento que debo buscar una manera de compensarlo... fue mi mejor amigo... y por lo que se los poderes son permanentes.

Durante unos momentos terminó de contar las pocas monedas que faltabas, y una vez echo lo repartieron a partes iguales, pero una moneda de oro y una de bronce quedaban por repartir, al final, tras un corto debate, Pierrot le dio a Nogard la de oro, alegando que como casi moría le tocase un poco mas a el.
Nogard sonrió, al final podía ser que el hombre no fuese tan malo como parecía en un principio.
Ambos guardaron su dinero y se acostaron en la cama, pero una voz en su cabeza le advirtió...

-De quien no sabe el significado de los buenos sentimientos fiarte no debes Nogard... es mejor que te mantengas despierto fingiendo tu sueño...-Le dijo el dragón en su cabeza.

-Si... creo que será mejor que te haga caso...

Cerro los ojos, pero permaneció despierto... cada vez que el sueño comenzaba a acecharle abría los ojos y se daba un fuerte pellizco para no dormirse, o podía ser que su sueño fuese eterno...

¡Increíble! ¡El chico había dejado su hogar para ir a buscar una forma de devolverle el favor al dragón! Un chico entupido, había caído en los mismos sentimientos que el rechazaba... Parecían mas fuertes de lo que se imaginaba... ¿por que todo el mundo era así? ¿acaso era el único que pensaba que esos sentimientos eran inútiles? ¿que eran únicamente un estorbo? ¿de verdad nadie mas pensaba en destruirlos? ¿era el único que podía ver la verdad de esos sentimientos?
¿Pero por que nadie mas se daba cuenta de que solo eran un lastre que impedían conseguir las metas, que te impedían sacar todo el potencial...?

Terminaron de recoger, no respondió, no hablaron mas, hasta que resultó al dividir que sobraba una moneda de oro y otra de bronce, Pierrot le dio la de oro al chico... ya tenia un plan, y quien se quedase con esa moneda no le importaba nada, pronto tendría muchísimas mas...
Se fueron a dormir, pero Pierrot permaneció despierto mirando a Nogard, esperando un instante especial...
Pasaron dos horas, cuando Pierrot se levantó de la cama sin hacer ruido, se acercó al cuerpo del chico, y extrajo su daga... la alzó... preparado para clavarla... y... lo hizo.

La daga bajó, acercándose rápidamente al pequeño corazón del niño, cuando en el ultimo momento este abrió los ojos y rodó por la cama, hacinado que la daga se clavase en la cama, Pierrot miró con una sonrisa desquiciada a Nogard, extrayendo la daga y acercándose al niño... lo mataría... si... eso haría, moriría, el mismo lo mataría, acabaría con su vida, se regodearía en la sangre que emanaría de su cuerpo, si, ¡si! eso haría, lo mataría, lo convertiría en un muerto, el tenia esos sentimientos odiosos, debía acabar con el.

-Vamos pequeño... estate quieto, solo será un momento, dolerá mucho al principio, pero después todo acabará, vamos... estate quieto y deja... ¡Que te mate!

Pierrot se lanzó contra el chico con la daga en ristre, preparada para apuñalarlo en cuanto la oportunidad se le presentase.
Ese niño moriría, no se daría por vencido hasta que su sangre manchase sus manos de aquel liquido carmín, no descansaría hasta que hubiese tomado el ultimo aliento.

Nogard abrió los ojos sintiéndose algo cansado de nuevo, y entonces, la luz que Deòir proyectaba en el interior del cuarto fue la salvación de Nogard, vio la sombra se Pierrot levantarse de su cama, permaneció quieto, con los ojos entreabiertos, lo suficiente como para ver a Pierrot, pero sin que este apreciase que lo observa, esperando al ultimo momento, vio la daga alzándose... Y entonces abro los ojos y rodó en la dirección contraria.
La daga se clavó en la cama, y Nogard dio un suspiro de alivio, colocando una mano en su corazón que en ese momento estaba acelerado a causa del miedo a morir.

-¿Piensas que voy a hacerlo solo por que me lo pidas?-Dijo Nogard echándose hacia atrás para esquivar la puñalada

Otra vez tocaba pelear, la ultima vez había perdido, había subestimado al malabarista, esta vez no sucedería así, si quería pelea sabia que tenia las de perder, veríamos si le conseguía seguir el ritmo...
Dando un salto atrás para evitar otro envite de Pierrot se posicionó ante la ventan, y de un ágil movimiento salio por esta.
El techo de la planta baja de la posada creaba un suelo firme donde pisar, y Nogard corrió por el alejándose de Pierrot.

No había apenas gente en la calle, era muy tarde, y estaba muy oscuro, Nogard sonrió, a ver quien ganaba en la oscuridad de la noche...
Parpadeó, y cuando sus ojos se mostraron esta vez eran de color verde esmeralda, y de pronto Nogard empezó a ver mucho mejor.
Sus ojos de dragón le permitieron ver muy bien en la oscuridad.

Llegó al borde de la taberna, y miró abajo, había un puesto debajo, tal vez la lona que había encima frenase su caída...
Se lanzó al vació, todo era mejor que enfrentarse al malabarista loco que le seguía.
Se encontró con la tela, la cual frenó su caída, pero rápidamente Nogard bajó, y corrió por el callejón.
Tenia al corazón acelerado por la emoción y el ejercicio... si se paraba corría el peligro de ser alcanzado.

Lanzó un segundo envite, también fallido, el chico era rápido... pero no se dejaría ganar...
Entonces Nogard salio fuera... ¡No! ¡No podía escapar! ¡Jamás!
Pierrot salio rápidamente a por el, pero estaba muy oscuro... apenas se veía nada, siguió el sonido de los pasos, mientras invocaba una bola de fuego que le alumbrase el camino.
Entonces llegó a borde del tejado... solo quedaba una salida... abajo, Pierrot apagó la llama antes de lanzarse.

Chocó con una tela de un puesto de abajo, pero el peso de Pierrot era mayor, y al impactar los maderos que sostenían aquella tela se partieron, por suerte el impacto ya había sido parado, pero Pierrot quedó atrapado por la tela.
Se deshizo de ella lo mas rápido que pudo y corrió por la calle siguiendo al mocoso, y creando la bola de fuego de nuevo para continuar su camino.

El haberse atrapado había dado a Nogard algo de ventaja, y ahora estaba algo mas lejos, pero no permitiría que eso le hiciese perderle la pista, lo atraparía y lo mataría.
Vio a lo lejos al chico doblar una esquina, y dio un acelerón para llegar pronto, antes de que le perdiera. Justo al llegar lo vio doblando otra esquina... demasiado obvio... Pierrot la dobló también, deseando, esperando, rogando, que se encontrase el chico con un callejón sin salida, y entonces lo tendría para el... entonces podría matarlo de una vez.

Sus deseos se cumplieron, y vio a Nogard ante un enorme edificio, y a los lados un montón de puestos vacíos... era el momento... por fin lo tenia, sacó su espada y se acercó lentamente, queriendo disfrutar del momento, saborear su miedo, su frustración, su temor, quería disfrutar con su muerte, y desde luego lo haría, no dejaría que el mocoso se le escapase.

-No huyas mas… ya has perdido… otra vez… es inútil que te resistas… te voy a matar ¡y nada me lo impedirá mequetrefe!

Mientras corría por la calle notó un resplandor detrás de el, era Pierrot, seguramente habría creado una bola de fuego para ver... pobre... el no necesitaba tanta luz.
La luz había aparecido después del crujido que había escuchado, no sabia exactamente que había sido, pero si que había retrasado a Pierrot.

Corrió por el callejón, con el corazón y la respiración acelerada, sabiendo que un loco que quería matarlo le perseguía por las calles.
Giró una esquina intentado perderlo, y después otra lo mas rápido que pudo para que Pierrot le perdiese la pista, pero al poco escudó los pasos rápidos del hombre tras el... no había funcionado...
Siguió corriendo aunque notaba que le faltaba el aliento, pues menor aun seria si se paraba.
Dobló varias esquinas mas, rezando por perderlo en algún punto, pero no sucedió, su plegarias no fueron escuchadas, y peor aun, se encontró ante un callejón sin salida, ante el, la pared de algún edificio, no había puerta, por lo que no podía pedir entrada, a sus lados, tiendas, se dio la vuelta y vio con horror como Pierrot se acercaba a el seguido de su bola de fuego.

No... aun no estaba todo perdido, no moriría allí. Rápidamente corrió a las tiendas y saltó una, corriendo por el interior para salir de aquel callejón.
Pierrot se lanzó contra el para evitar que huyese, pelo justo entonces Nogard se agachó y pasó bajo la tienda, y mientras Pierrot se recuperaba y volvía a salir el aprovechó para salir del callejón y comenzar a correr de nuevo, el corazón estaba ahora mucho mas acelerado, pero el cansancio había desaparecido, era el efecto de la adrenalina.

Rezaba por no encontrar otro callejón como ese, pues había tenido suerte, y mucha, al salir de allí con vida, y nada le aseguraba que no sucediese otra vez.
Se preguntó si el hombre tendría tanta agilidad como el...
Vio entonces una edificio pequeño del que salía mucho ruido, en la pared había un pequeño hueco, pero lo suficientemente grande como para colarse en el.
A toda velocidad se metió por el, y entró en el edificio, habían varias personas allí, y tardó un instante en darse cuenta de donde estaba... un montón de mujeres con poca ropa, varios hombres siguiéndolas... un escenario donde desfilaban las mujeres... los hombres sentados en las mesas mirándolas, mientras algunas les acompañaban y los hombres bebían... un burdel...

Pierrot vio como Nogard corría hacia los puestos, y el hizo lo mismo, intentando interceptarlo, no podía permitir que se escapase. El chico era rápido... llegó antes, pero Pierrot saltó intentando atraparle.
En ese momento el chico pasó por debajo del puesto, mientras Pierrot "volaba" por encima.
Mientras se levantó aturdido del suelo tras haber pasado por encima el chico huyó, y Pierrot corrió tras él. De pronto vio como se metía en un hueco en la pared de un edificio del que provenía una gran cantidad de ruido, Pierrot corrió y llegó al hueco, pero tarde, el chico ya había entrado, se apartó de la pared, desde luego el no cabía por ese agujero.
Entonces vio que alguien colocaba un trozo de madera ante el hueco, por la parte interior.. estaban reparándolo... bueno, al menos eso significaba que en muchacho no saldría por allí.

Miró la pared del edificio unos instantes, y después empezó a andar lentamente a su alrededor buscando la puerta para entrar y capturar al niño, desde luego no lo mataría allí, seria demasiado escandaloso y acabaría con los guardias persiguiéndole, y desde luego no podría acabar con esos hombres el solo.
Al fin la encontró, una puerta grande, Pierrot sonrió con malicia y posó su mano en el pomo, el chico estaba dentro, y ya no tenia escapatoria, una vez lo encontrase lo sacaría y lo llevaría lejos, allí lo mataría.

Abrió la puerta y entró al local.
Habían hombres borrachos y mujeres con poca ropa en todos lados, mucho ruido, sin duda un burdel. Pierrot abrió los ojos como platos, menudo niño, en menudos sitios se metía el pequeño para huir de el... el parecer las apariencias engañaban y el niño era mucho mas precoz de lo que había pensado en un principio.
Alejando de su cabeza los pensamientos sobre el niño y volviendo a centrarse en encontrarlo y capturarlo recorrió la enorme sala con la mirada, buscando al niño.
No pensó que fuese difícil, había visto unos ojos esmeralda en la cara del chico, un chico rubio con ojos llamativos y tan pequeño no pensó que le costase distinguirlo.

Miró con los ojos abiertos el lugar, pues nunca antes había estado en un burdel, se fijó en las mujeres que se contoneaban, mostrando sus cuerpos casi desprovistos de la ropa, y a los hombres borrachos, se sonrojó bastante, y se dispuso a salir, pero entonces una mujer seguida de un par de hombres se colocaron el, en hueco, y los hombres empezaron a taparlo seguidos de la atenta mirada de la mujer, que parecía ser la propietaria, pues iba bien vestida y de manera elegante.

Nogard se alejo lenta y cuidadosamente, ahora solo podría escapar por la puerta, y sabia a la perfección que Pierrot estaría allí, tenia que encontrar la forma de alejarse de allí pronto.
Sus ojos comenzaron a volver a su color natural, indicando que el efecto de aquel poder se agotaba. Caminó como podía intentando alejarse de las mesas, chocando con unas cuantas mujeres que se ponían a cuchichear y reírse en cuanto pasaba.
Los hombres borrachos lo miraban y le hacían gestos para que se acercase, pero Nogard prefería pasar de largo teniendo que podría pasar.
El ruido era enorme, casi insoportable, y el hedor a alcohol era aun peor, pero la combinación de ambos eran casi letales para el cuerpo del niño, poco acostumbren a frecuentar estos locales.

De repente una suave mano le cogió del hombro, Nogard se giró temiéndose lo peor, que Pierrot le hubiese atrapado.
Pero no era el, en su lugar, una chica, no mucho mas mayor que el, apenas unos 16 o 17 años, estaba vestida colmo las demás, con poca ropa, exactamente unas telas rojas bastante transparentes, bajo estas solo llevaba algo de ropa interior igualmente roja.
Al verla Nogard se sonrojó y miró a otro lado intentando desviar sus miradas de las curvas del cuerpo de la mujer.

-¡Huy! que mono, si se pone rojo y todo... que tímido... no entiendo como estás aquí si te pones rojo solo mirándome...-Dijo la muchacha sonriendo.

Nogard no contestó, de pronto la puerta del local se abrió, y una figura familiar apareció por ella... Pierrot.
El malabarista empezó a mirar el edificio, que sin duda, era mucho mayor de lo que le había parecido en el principio, al igual que pensó Nogard al entrar.
Con rapidez tomó a la chica de las manos y se colocó de forma que esta diese la espalda a la puerta, y ocultara al chico de la mirada de Pierrot.

Pierrot miró, repasó la sala varias veces, pero n conseguí distinguir nada, aunque era muy tarde aun habían muchos hombres que continuaban en el local borrachos, y las mujeres que no paraban quietas un momento, con aquellos enormes vestidos.
Pierrot miró furioso a todas partes, no había podido escapar, debía seguir allí, pero el pequeño mocoso estaba escondido.
Fue repasando con ojo atento todas las mesas... n grupo de cinco hombres bebiendo mientras tres de ellos manoseaban a unas chicas... dos hombres con grandes jarras de cerveza mirando a una chica que estaba sentada en la mesa con las piernas cruzadas en posición provocadora.

Dio una patada al suelo, al final resultaría mucho mas difícil de lo que se había imaginado. Caminó hacia delante para contemplar el local mejor, y un par de chicas le rodearon, una empezó a toquetear los brazos de Pierrot, mientras otra se colocaba delante del hombre, llevaba un traje vaporoso de color blanco, al igual que la mayoría, bastante transparente.

-¿Que desea señor? Parece duro con esas espadas a la espalda...-Dijo esa mujer.

-Busco a alguien-Dijo seriamente mientras apartaba las manos de la otra de sus brazos.

-Pues no busque mas... yo puedo ser todo lo que usted desee...-Dijo rodeando el cuello de Pierrot de manera sensual.

En cualquier otra ocasión Pierrot habría matada a las muchachas, o incluso destruido el local, pero en estos momentos no era conveniente llamar la atención, seguro que en el caos el niño escaparía y el no se buscaría mas que problemas con los guardias. Así que se limitó a apartar las manos de su cuello y seguir mirando, no era momento de satisfacer aquellas necesidades.

-Valla con el espadachín... parece que somos demasiado mujeres para él-Dijo la mujer marchándose indignada.

Pierrot la ignoró y siguió observando las mesas, intentando encontrar a Nogard escondido entre ellas, intentando pasar desapercibido, y valla si lo hacia... el chico era bueno escondiéndose demonios... Bueno, al menos así la diversión duraría mas, y cuando lo matase podría regodearse más.

Pierrot le buscaba, pero no le veía, Nogard se alegró de ello, pero de pronto la voz de la chica le sacó de sus pensamientos.

-Huy que brusco... ¿Que pasa?-Dijo aturdida por el rápido giro.

-Yo... esto... nada...-Dijo Nogard volviendo a desviar la mirada sonrojado.

-¡Huy! Que voz mas bonita... Mm... ven con migo-Dijo la chica tirando de el, conduciéndole a una puerta de madera situada al fondo, no muy lejos de ellos.

La chica abrió la puerta y tiró de Nogard, este estaba algo confuso, no sabia que pasaba, pues nunca había estado en ese tipo de locales. Le joven cerró la puerta tras de si, y le condujo por el pasillo en el que se encontraban, hasta que se paró enfrente de una de las múltiples puertas del pasillo.
La chica la abrió tranquilamente, dejando ver el interior, una habitación, no había mucho en ella, tan solo una cama en el centro. Nogard miró atónito la habitación... cuando recibió un pequeño empujón de la chica, animándolo a entrar.
Nogard entró mirando la habitación, con el corazón acelerado.

La chica cerró la puerta tras ellos y dio una risilla, después se acercó a Nogard, y cuando este se giró hacia ella, esta le dio un suave empujón en los hombros, haciendo que perdiera el equilibrio y cayese en la cama.
Nogard miró a la chica ¿por que había echo eso?
Entonces esta se tumbó a su lado, sujetándose la cabeza con una mano, mientras colocaba la otra mano en el pecho del chico. Sonrió pícaramente al niño, mientras con el dedo índice y corazón recorría el pecho del chico hacia abajo, simulando unos pasos, cuyos pies eran los dedos.

Nogard intentó apartarse, mas, su cuerpo no obedecía, estaba paralizado, intentó hablar, pero no consiguió si quiera abrir la boca, su corazón palpitaba fuertemente en su pecho, y su pecho subía y bajaba rítmicamente, aunque mas veloz que de costumbre.
Los dedos de la chica llegaron al final de la camisa, donde se detuvieron, entonces metió la mano por debajo de la camisa, y la subió hasta el pecho, donde había comenzado, empezando a acariciarlo lentamente, sintiendo el calor y el latir del corazón del chico.
Entonces, lentamente, comenzó a retirar la camisa del chico, dejando al descubierto su torso. La chica subió mas la mano, y su mejilla.

Entonces la chica se levantó, colocándose delante del aun paralizado Nogard, se desabrochó el vestido, que calló al suelo, después retiró su sujetador y las bragas, dejando el cuerpo femenino de la mujer descubierto por completo. Nogard se puso completamente rojo al ver el cuerpo desnudo de la chica, el color era tan intenso que incluso parecía que desprendiese luz, por un momento a Nogard le pareció escuchar una tremenda carcajada en su cabeza.
Con una sonrisa la chica se fue acercando sensualmente al chico, quedando sobre el, acercando su rostro al suyo, su nariz rozó la del chico, y entonces acercó sus labios, hasta que labios se tocaron en un suave beso.

Los ojos de Nogard se perdieron un instante al notar el suave tacto de los labios de la mujer, y su cuerpo se tensó, pero poco a poco sus músculos se relajaron automáticamente.
Notó las manos de la mujer acariciando su torso suavemente, hasta que una empezó a descender, hasta que llegó al borde del pantalón que el niño vestía. Poco a poco fue empujando, haciendo que este cediese, hasta que este acabó cayendo hasta el final de las piernas, dejando solo vestido con unos calzoncillos, que cubrían la ultima zona y mas intima del chico.
Nogard sintió su corazón mas acelerado si cabía, la chica apartó su rostro del niño, quedando sentada sobre el cuerpo casi desnudo del joven chico.

Pierrot empezaba a estresarse, el chico no aparecía, había revisado todas y cada una de las mesas con la mirada y no encontraba a nadie que se le pareciese, ningún cliente alarmado por ver a un chico escondiéndose o corriendo, nada... empezó a pensar que verdaderamente podría haberse metido en alguna habitación a disfrutar un rato con alguna de las chicas, pero lo dudaba mucho, el crío no parecía ser de esos... pero ¿donde estaría si no? Decidió empezar a caminar, revisando cuidadamente bajo todas las mesas que podía...

Pero en la mayoría solo conseguía percibir lo mismo... mujeres toqueteando la entrepierna de los hombres, mujeres... "saboreando" el miembro de sus clientes, resguardados por la poca intimidad de la madera de las mesas...
Pero el joven no aparecía escondido entre ninguna de las que revisaba levemente con la mirada.. Tampoco perdía la vista la de puerta.

El malabarista se encontraba por un lado enfadado por la huida del mocoso, que se resistía a dejarse matar ¿Acaso el no tenia también derecho a divertirse? Pero por otro lado estaba excitado, el que se resistiese y pelease por su vida hacia el juego mas divertido. Era difícil recorrer todo el local buscando al niño, pero no iba a dejarse vencer, había sobrevivido al leviatán en su viaje en el barcucho, y no iba a dejar que el mocoso escapase, no mientras su corazón latiese...

Tras un buen rato lo revisó todo... ¡No estaba! ¡Era imposible! ¡No había salido! no podía haber salido... tal vez también pudiese volverse invisible, algunos lagartos se podían camuflar ¿que le aseguraba que el no podría? había visto como su piel se llenaba de escamas...

-Mocoso... cuando lo encuentre le haré sufrir mas que a ningún otro, me deleitaré escuchando sus gritos de agonía y suplica antes de arrebatarle su vida sin piedad... oh... ¿Que mejor música que el grito de agonía y horror de un niño tras una buena caza?]-Pensó Pierrot siniestramente con una malévola sonrisa.

Cada vez mas estresado caminaba por el lugar buscando al pequeño, cuando algo llamó su atención, la puerta que llevaba a las habitaciones se abrió...

Con suavidad la chica se volvió a tumbar sobre el chico, frotándose contra su piel en un claro intento de excitarle, mientras movía sus manos con habilidad sobre su cuerpo, acercándose juguetonamente a su ropa interior, hasta que tomó la tela de estos empezando a retirarla, , y cuando casi llegó al lugar... sintió que su cuerpo volvía a responder... la echó a un lado de un rápido movimiento y se levantó volviendo a subirse los calzones, se puso de nuevo la ropa y salio de la habitación.

-¡Perdona! debo irme...Dijo antes de salir por la puerta corriendo.

Salio por el pasillo a toda velocidad, aun poniéndose toda su ropa, y abrió la puerta, saliendo al gran salón del edificio, pero al salir se encontró con la mirada de Pierrot, y sus siniestra sonrisa, palideció, y empezó a correr hacia la salida mientras se terminaba de abrochar los pantalones.

Si, fue de mala educación, pues salio corriendo empujando a un lado a todos los que se ponían en medio, pero no era momento de ir con cuidado, sabia que Pierrot no se detendría por estar en el local, y debía ir a la calle inmediatamente.
Consiguió salir por la puerta antes de que el malabarista le atrapase, pero por poco. Tenia ahora su objetivo en claro ¡No se quedaría allí! Corrió en dirección a la posada donde se iba a quedar, cogería su caballo del establo y saldría del pueblo a lomos de Céfiro.

Sentía las pisadas de Pierrot tras el, y su corazón se veía acelerado, las risas del dragón ya no se escuchaban, se habían acallado al ver a Pierrot, obviamente no era motivo de risa que el malabarista le persiguiese, así pues se mantendría en silencio hasta librarse de el, que ambos esperaban que fuese en poco. había descansado en esa cama las piernas, y su corazón ya estaba acelerado, por lo que no se cansaba tan rápido, pero aun así si no llegaba pronto posiblemente le atrapase.

Giraba en las calles, mientras corría intentaba recordar donde estaba la posada, lo recordaba, lo sabia, pero no dejaba de repetírselo para no equivocarse de calle, si lo hacia podría acabar en un callejón sin salida o dando un rodeo para llegar, y eso podría ser su sentencia de muerte... debía llegar pronto...

Vio al chico salir por la puerta ¡Ya lo tenia! Aunque... ¡El muy descarado se había tirado a una furcia mientras le buscaba! Menudo niño... que sorpresa... el demonio había tenido el descaro de satisfacer esas necesidades tranquilamente mientras el le buscaba... Pero ahora volvía la caza, empezó a correr a la puerta de salida, y el chico fue rápido, pues logró salir antes, pero apenas un poco después que el malabarista. El cambio del local a la calle fue brusco, el frío se hizo notar rápidamente, pero no importaba, y continuó corriendo con una sonrisa detrás del pequeño, sus espadas fuera de la vaina, preparadas para atacar al niño con ellas.

Se podría decir que el hombre era cruel e insensible, pues quería torturar a un niño que no había echo nada... pero esa era la retorcida mente del malabarista, estaba loco, y solo quería destruirle, el aburrimiento era lo que le estaba obligando a atacar al niño, quería divertirse, y la única forma de hacerlo era escuchando los gritos de dolor del niño.

¿Por que el niño? Le había molestado que el también quisiese hacerse con el publico del pueblo, pero sobre todo porque rebosaba sentimientos, eso que quería destrozar, y no podía reprimirse, cada vez que le miraba sentía unas enormes ganas de torturarlo para hacerle sufrir, y después del dolor eliminarlo para así estar un paso mas cerca de la eliminación de los sentimientos, eran inútiles, inservibles, y debían ser eliminados. Esa era la creencia de Pierrot, quería destruirlo porque no eran lógicos e inservibles, y por lo tanto debían ser eliminados.

Al principio creía que simplemente corría escapando de el, pero tras un rato se percató de que se dirigía a la posada ¿Acaso querría pedir ayuda? Puede que eso le dificultase la tarea... pero... ¡Era mas emocionante! aunque tampoco le acababa de convencer la idea, no creía que fuese a intentar pedir ayuda, si no ya lo habría echo en el burdel, aunque no se le ocurría el por que no lo hacia... Probablemente fuese el miedo a que posteriormente se vengase... pero no lo sabia, solo podía hacer sus teorías.

Aunque no se centraba mucho en ellas, solo se mantenía corriendo tras el niño, intentando alcanzarle antes de que se le escapase, no podía permitir que Nogard se escapase, esa noche tendría diversión o moriría en el intento...

Nogard no paraba de correr, su respiración era agitada, grandes gotas de sudor resbalaban por su frente, pero no podía parar, ya veía la posada al final de la calle, aun sentía los pasos del mago, cada vez mas cerca, tenia mucha resistencia... mas que el al menos, se notaba que estaba entrenado. Pero no podía rendirse, sus piernas ya casi no le respondían, corría mas por inercia y por la adrenalina que por cualquier otra cosa, tampoco tendría que entrar en la posada, solo en el establo, allí tomaría su caballo y saldría al galope del pueblo.

Muchos se preguntarían por que no pedía ayuda, y es que Nogard no quería involucrar a nadie en aquello, pues podría ser que Pierrot acabase atacando a quienes le ayudaban, y si resultaban heridos no se lo podría perdonar, era cosa suya el librarse de aquel malabarista loco, y lo intentaría, eso, o moriría en el intento de huida.
Al fin, tras un tiempo, logró llegar a las puertas del establo, y las abrió rápidamente, pasando y corriendo hasta el final del establo, donde había dejado a Céfiro, le habría gustado haberlo amarrado mas cerca de la puerta en ese momento... pero lo echo, echo estaba.

Seria inútil esconderse, tras volver de la plaza había ido a dejar el sable a su caballo, y probablemente Pierrot lo recordase, así pues debería salir de allí cuanto antes.
Cuando su caballo vio a su amo relinchó con fuerza caminando lentamente hacia él, al menos hasta donde la cuerda le permitió. Nogard lo habría desatado, pero no había tiempo, pues el malabarista entró como una centella por la puerta del establo, y no le daría tiempo. Así pues cogió su sable y cortó al cuerda que mantenía a su caballo atado, que al momento se levantó sobre sus cuartos traseros asustado por el corte de Nogard.

al momento, el niño se dio la vuelta para encontrarse con Pierrot, el cual le dirigía un corte al pecho que consiguió parar con el sable a duras penas. Y como sabia que a fuerza no ganaría esta vez estaba preparado... Dio una patada al barril que se hallaba a su lado, derribándolo sobre Pierrot, que con suerte le distraería lo suficiente para poder subirse en Céfiro. Corrió a su caballo y lo montó de un salto, agitando las hiendas para que empezase a galopar, y apretando con las rodillas los flancos del caballo para no salir volando cuando comenzase la carrera.

Pierrot maldecía en su mente mientras corría al niño y a la posada que aparecía al final de la calle de entre los edificios, si no conseguía alcanzarlo... Empezó a esprintar, acortando distancias, pero aun así no llegaba, la rabia y la adrenalina comenzaban a invadir el cuerpo del malabarista... estaba cerca el final, para uno o para otro. Nogard alcanzó la puerta del establo, y Pierrot lanzó otra maldición, no parecía su día de suerte... pero tampoco tardó demasiado en llegar, alcanzó la puerta de la pequeña cabaña con una sonrisa de satisfacción.

Vio al muchacho cortar la cuerda de su caballo, y entonces comprendió su objetivo... ¡intentaba huir a caballo! Corrió cuanto pudo hacia el, se hallaba bastante cansado, su respiración y pulso acelerado era prueba de ello. Cuando le alcanzó le dirigió un corte al pecho, dañino pero no letal, matarlo tan rápido no era algo divertido, quitaría toda la emoción, pero el joven interceptó el corte, demostrando saber usar el sable medianamente bien, pero el malabarista tenia mas fuerza...

Aunque no se esperó la patada... un barril rodó hacia él, derribado por la patada del niño, y se echó hacia atrás para no ser arrollado, momento de despiste en el cual el muchacho aprovechó para subirse a su caballo y empezar a correr por el establo subido a el.
Pierrot asombrado e iracundo comenzó a correr tras el, y lanzó sus tres bolas de fuego al muchacho, estaba en ese momento en una rabia incontrolable, pues se le estaba escapando la presa. Las bolas de fuego cruzaron el establo, alterando mucho a los caballos que se encontraban allí, que relincharon asustados por las llamas.

Ese lugar seria el ultimo que el mago vería con esos ojos... su ultima caza llegaba a su fin, y por el momento parecía que seria infructuosa... Escuchó un nefasto crack proveniente de la pared... mientras el muchacho se escapaba saliendo por la puerta del establo al galope, al fin libre del mago...

Dentro de la posada el hombre que la regia no se esperó o siguiente que pasaría, ni tampoco la gente que dormía tranquilamente en las habitaciones... el silencio de la noche pronto se rompió por un grito y un estruendo...