La noche calló, era el momento de despertar. Abrí los ojos y observé mi habitación completamente oscura, la hora de la caza debía comenzar. Abrí la ventana de la habitación. La noche era fría, y la brisa me traía el olor de la gente que pasaba por la puerta. Cada noche desaparecían bastantes personas en Vo Mimbre, los guardias buscaban a los responsables, sabían que eran vampiros y en las lunas llenas hombres lobo, pero no sabían dónde empezar la búsqueda.
Salté desde el primer piso hasta el suelo, y caí silenciosamente. Me deslicé por la puerta mientras subía mi capucha roja. Hoy caería uno de los nobles más importantes encargados en la purga de vampiros, vivía en una mansión de la ciudad y era un fanático que odiaba a los vampiros. Pero lo primero sería coger fuerzas de alguna forma.
Caminé con cuidado por las calles, observe a alguna prostituta por el camino, pero no tenía ganas en ese momento de alimentarme de ese tipo de desechos sociales. Las ignoré mientras buscaba algún tipo de carne mas fresca. Entonces lo vi. Un hombre gordo que parecía adinerado caminaba observando a las mujeres.
Me escondí en lo que parecía un callejón sin salida y esperé a que mi presa pasara. No tardó mucho en pasar tonteando con una dama. Lo agarré de la camisa y lo empujé contra la pared, mientras le mordía en el cuello y dejaba que la sangre chorrease por mi boca, era un sabor sorprendentemente sabroso, el liquido recorrió mi cuerpo y en dos minutos había dejado seco a mi presa.
Dejé el cadáver y volví a salir a la calle, acaricie mi espada, que todavía estaba bien guardada en su funda, junto con los cuchillos. Los iba a necesitar. La calle no estaba casi transitada. De pronto oí una voz tras de mi. -¡¡Vampiro, a el!!. -Sonreí sin darme la vuelta, pobre diablo.... Me di la vuelta y desenvainé la espada, atravesando el cuerpo de el único guardia de la zona. Arrastré el cuerpo hasta el callejón y trepé al tejado.