Utopia Medieval
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 Una curiosa mascota

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Oromis Tasartir
Seradar
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Seradar

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MensajeTema: Una curiosa mascota   Una curiosa mascota EmptyJue Dic 30, 2010 5:34 am

Las oscuras nubes se cernieron sobre un pequeño pueblo vecino al bosque eterno, así como una sombra recorrió los bosques, apoyado sobre sus cuatro patas una criatura avanzo por entre los arbustos, la muralla de rocas que había sido construida para mantener alejadas a esa y a otras pestes que pudieran dañar el ganado no fue problema para este singular animal, el cual con un salto tan alto como un árbol sorteo el simple obstáculo.

Los ojos rojos de la criatura se posaron sobre un grupo de cabras, el trabajo de toda la vida de una granja, y orgullo del pueblo, se paralizo del miedo ante la dantesca visión de un animal que la ciencia desconocía, la criatura avanzo tranquilamente hasta una de ellas, con una pata aplasto su cuello, la cabra no mostró el menor signo de querer combatir, el resto del rebaño solo se alejo, la criatura dejo ver una lengua que acababa en una punta de hueso hueca, la cual bajo hasta que toco una arteria en el cuello de la cabra que tenia bajo sus enormes patas, la punta de afilado y tibio hueso se hundió en el delicado cuero que el caprino tenia por piel, y su sangre empezó a subir por la probóscide del gigantesco animal…

No hubo un solo quejido, no hubo un solo sonido.

A la mañana siguiente un granjero de sus buenos 30 años, con la cara y las manos curtidas por su duro trabajo, era tan de mañana que los gallos aun no cantaban, aunque el sol ya había despuntado y una tenue luz alumbraba el prado, el granjero estiro los brazos para despertar los músculos que empezaban a activarse, para tras bajar sus extremidades mirar el campo de su propiedad y darse cuenta del cadáver del caprino que había sido atacado en la noche anterior, se sobo las sienes, controlando el enojo que le causaba no poder detener esos ataques a su ganado.

Se vistió y alisto tan rápido como pudo, y se reunió con un grupo de sus colegas de trabajo, pronto el pelotón de granjeros se encamino al centro del pueblo, y sometieron a un rápido dando gritos y arrojando una que otra piedra contra el frontis de la asedio el ayuntamiento, hasta que un alguacil salio de este, el hombre esquivo una piedra y acallo al grupo de hombres con un grito tan potente que casi se rajo la garganta por la fuerza, luego dio un anuncio –se buscara a quienes se encarguen de este problema!, y se pondrá una recompensa por la cabeza de la criatura!-


DE esa ocurrencia van pasando tres días, y los pasos de un hombre cuya piel tan oscura como el ébano, se acercaron a ese pueblo, el cual caminaba por un sendero cubierto por una pequeña arboleda, una voz chillo de entre los arbustos, llamando su atención, el hombre se voltio sobre sus talones y vio a un joven que no superaba los 15 años, sus ropas limpias y cara delgada eran clara señal de que no era un ladronzuelo como los de las grandes ciudades, y mas aun… la mano que empuñaba una daga o mas bien, un cuchillo para cortar carne, tiritaba nerviosamente, la voz del hombre trono fuertemente, en dirección al muchacho el cual dio un paso hacia atrás y le dijo ya algo mas tranquilo –niño… suelta esa cosa y vuelve a tu casa, antes que te lastimes-, pero el muchacho insistió diciendo –yo no soy un niño- reprochando y casi llorando –soy un hombre, ¡y quiero pelear!- el hombre, se giro nuevamente, y arqueo una ceja, mirando al niño con los ojos llenos de ira, luego, mirar el suelo y lanzarse de improviso contra el muchacho, con la velocidad de un rayo acorto los 3 metros que le separaban de su pequeño contrincante, abanico la lanza que portaba como siempre en sus manos, su objetivo era el cuchillo, el muchacho se paralizo de miedo ante el repentino ataque, y no se atino a mover, el cuchillo recibió el impacto de lleno, y dio un rápido vuelo hasta un árbol donde quedo clavado, tras eso, el hombre cubierto por una armadura ligera, apoyo sus pies firmemente en la tierra, recuperando su buena postura, e impulsándose hacia adelante con el brazo en frente de el, para dar una rápida embestida al muchacho, aquel hombre estaba controlando su fuerza, ya que de hacerlo con toda su potencia, los huesos del muchacho no hubieran resistido el impacto, el chiquillo aterrado, cayo de bruces al suelo, cubriéndose la cara para no ver el golpe final que se avecinaba hacia el en forma de la lanza que se dirigía hacia su rostro, pero esta impacto con el suelo junto a su cabeza, abrió los ojos, con el corazón palpitando a todo lo que podía darse y jadeando intensamente, para recibir la pedrada que era ver a los ojos al soldado color de ébano, este solo se giro sobre sus talones y siguió su camino.

Los paisajes fueron cambiando hasta convertirse en granjas, y finalmente, en un pueblo pequeño, rodeado por una sólida empalizada que se podía ver a lo lejos, el camino era delimitado por las murallas que limitaban cada granja, un hombre le grito llamando su atención desde la cerca de su granja –oye!... tu que vas todo cubierto con armas, ¿no te interesa un trabajo?-, el soldado volteo su cabeza, y le respondió rápida y secamente, -si- el granjero sonrío complacido, y le señalo el pueblo con un dedo –entonces vete pal pueblo que en el ayuntamiento buscan gente pa cazar un animal raro-, el soldado asintió, y se dirigió al pueblo


off: bienvenidos a la partida :3 para esta primera ronda solo acerquense al pueblo y traten de informarse de que estan dando empleo para cazar a un animal, no importa el metodo

como notaran la descripcion del pueblo es minima, prefiero dejarselas a ustedes, pero tengan en cuenta esto, es un pueblo pequeño, de no mas de 300 personas, esta rodeado de granjas con sembradios de alfalfa y heno, y otras con ganado, el pueblo esta rodeado por una empalizada de unos 5 metros de alto.

para los turnos funciona asi, se dan dos dias a cada persona, pasados esos dias, esta es automaticamente saltada, y se sigue con el siguiente en el orden, cualquier falta justificada, por absurda que sea la excusa, vale, pero de no justificarse puede que su PJ sufra algun daño.

para esta ronda los turnos van asi:

oromis
will
guilty
netharion
Khaelos
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Oromis Tasartir
El Viajero Errante
Oromis Tasartir


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MensajeTema: Re: Una curiosa mascota   Una curiosa mascota EmptyJue Dic 30, 2010 12:07 pm

Hacía días que el elfo y su montura recorrían el bosque. Nunca habían estado en aquella parte del mundo y habían decidido aventurarse para cumplir su sueño de recorrer todos los sitios de Utopía y que la música de Oromis fuese reconocida en todos los pueblos, en todas las ciudades. El bardo no quería darse por vencido y seguía creyendo saber por dónde iba y dónde estaba la salida, pero la verdad era muy diferente, llevaban un par de días en los que no hacían más que dar vueltas y no avanzaban. A pesar de que el corcel élfico, Menoa, y el músico eran buenos para orientarse y caminar entre la vegetación, eran incapaces de orientarse con exactitud en una tierra que no habían pisado nunca.

El elfo llevaba una camiseta de seda morada, muy fina pero resistente; debajo una camisa blanca del mismo tejido pero adornada con florituras diversas sin duda todo de concepción élfica. A los humanos de los pueblos que había visitado siempre les habían parecido ropas caras, pero la verdad era que lo que Oromis llevaba puesto, en los bosques élficos, no eran más que baratijas. Las botas de cuero eran lo único que no se había traído desde su ciudad natal. Eran unas botas de cuero, de fabricación humana. El bardo las había probado y había llegado a la conclusión de que para luchar y para caminar eran más cómodas que el calzado élfico, además eran mucho más resistentes y le aislaban del frío y de la humedad. Su cabeza estaba coronada con un sombrero que llevaba una pluma púrpura, de él salían innumerables cabellos plateados, desordenados y rizados. En el cinturón, de cuero también, había una espada envainada que mostraba sin ningún tipo de pudor. Podía parecer despistado al mostrar con tal tranquilidad una de sus posesiones más valiosas y su arma más mortífera, pero en realidad era un aviso para el posible observador. Si llevase una capa para cubrir la espada seguramente la visión de un elfo de constitución algo raquítica y de ropas caras y débiles podía llevar a pensar al incauto que era fácil de asaltar. De esta forma se ahorraba muchos encuentros indeseables. A su espalda llevaba la funda negra de un laúd, bien sujeta con firmeza gracias a dos tiras de cuero que rodeaban sus hombros. En uno de los hombros también llevaba un carcaj lleno de flechas y un arco con la madera decorada con motivos élficos y con florituras. Las delicadas manos del músico sujetaban las riendas de Menoa, el corcel marrón que seguía el paso del elfo desde detrás. Ambos se movían con sigilo, con pasos ligeros. Disfrutaban del silencio que ambos producían y de los ruidos cotidianos del bosque. El tintineo de un riachuelo cercano, el canto de algún ruiseñor, algún gorrión levantando el vuelo, el sonido de la espalda de un oso frotándose contra un árbol… También el olor agradaba a Oromis. El día anterior había llovido y aquel aroma a vegetación humedecida embriagaba al elfo y lo hacía sentirse como en casa. El sol teñía de dorado el suelo del bosque y poco quedaría para que anocheciera. Si en la noche no llegaban a algún pueblo el elfo se daría por vencido, aceptaría que se había perdido y buscaría alguna manera de orientarse para salir de aquel paraíso terrenal.

Y cómo si el bosque los deseos del bardo quisiera atender, se abrió ante él en la noche la salida. Contentos, corcel y amo, contemplaron el espectáculo de pequeñas lucecitas esparcidas por la extensión plana que se abría ante ellos. Seguramente las lucecitas eran luces producidas por las velas de las granjas que anticipaban a algún pueblo… y los pueblos siempre significaban tres cosas: trabajo, comida y descanso. Una pequeña sonrisa asomó por la comisura de los labios de Oromis mientras caminaba hacia aquellas luces tintineantes, observando la hermosa Deoír que aquella noche brillaba con todo su esplendor.

Cuando lograron alcanzar las granjas el elfo pudo oír como al pasar por delante de algunas atrancaban las puertas. Podía ver al ganado inquieto y sentía en su cogote algunas miradas indiscretas y temerosas que le dirigían desde las ventanas. Menoa estaba tenso y soltaba resoplidos de vez en cuando, moviendo las orejas con nerviosismo. Finalmente, cuando ya creía que tendría que entrar en el pueblo sin que ningún granjero le diese conversación o cobijo para pasar la noche sin tener que gastar dinero en algún antro que tuviese alguna habitación cochambrosa, un susurro le hizo voltearse:

- Psssssssst… Psssssssst, ¡tú, elfo! Deberías venir aquí si no quieres sufrir una dolorosa muerte…

Oromis ladeó la cabeza y tras pensarlo un momento se acercó a la granja, metió a Menoa en el establo y se acercó a la entrada en la cual un hombre barbudo que debía rondar la treintena había abierto la puerta de roble para avisar al bardo. El hombre sacaba una cabeza al elfo y era mucho más robusto que él. Sus manos tenían algunos callos por el duro trabajo y su cara presentaba alguna cicatriz. Rápidamente se metió en el interior de su hogar y Oromis lo siguió. El granjero cerró la puerta y la atrancó con una silla y una barra enorme de roble. La casa era bastante pequeña. Un salón que hacía de sala de estar y cocina al mismo tiempo y un corto pasillo que llevaba a dos habitaciones, una que sería para el matrimonio y la otra que era el dormitorio de los hijos. En un rincón oscuro el bardo pudo vislumbrar la silueta de una hembra humana joven que abrazaba a un niño que no debía superar los cinco años de edad. El hombre habló:

- Mi nombre es Mario, esta es mi esposa Margareth y mi hijo Kol.

Señaló a las figuras del rincón y Oromis caminó hacia los dos sonriendo con amabilidad y extendiendo los brazos para que vieran que era inofensivo.

- Soy Oromis Tasartir, Viajero Errante… solo soy un humilde músico y estoy agradecido que me hayáis dado cobijo… me ha sorprendido ver el miedo que tienen estos granjeros a los extranjeros…

Entonces la mujer dio un paso adelante aun apretando a su hijo contra ella y habló por primera vez. Ahora a la tenue luz de la vela, el elfo pudo ver lo joven que era. Le sorprendió que un hombre tan mayor se casara con una chica que no debía superar los diecisiete. Al ser tan joven aún estaba en la flor de la belleza y su vestido vaporoso con el que seguramente había estado durmiendo revelaba sus voluptuosas curvas. El elfo trató de no fijarse demasiado en ellas ya que sería una ofensa, así que se centró en sus ojos almendrados mientras escuchaba su juvenil voz:

- Señor, una bestia ataca a nuestro ganado y nuestras granjas… cada vez son más los granjeros que caen en la pobreza por culpa de estos ataques… debe entender que muchos de nosotros nos mostremos recelosos con los viajeros, tampoco hay mucho que ofrecerles…

El hombre, Mario, caminó hasta situarse tras su mujer, para abrazarla por la cintura y besarla en la mejillas, a pesar de la diferencia de edad parecían felices el uno con el otro. El niño miraba con recelo al elfo y finalmente su padre dijo con un brillo en la mirada.

- Parece que sabes manejar las armas… el alcalde va a contratar a un grupo de guerreros para que acaben con la bestia… podría interesarte.

Oromis dudó, rascándose la barbilla.

- Pues la verdad es que no soy guerrero de profesión… las armas las llevo para protegerme de posibles peligros en mi camino… de hecho yo solo soy músico. – miró al niño pequeño e imaginó el hambre y la pobreza que debían estar pasando por culpa de esa bestia. Apretó la empuñadura de su espada y sonrió - os ayudaré…

El hombre asintió con una leve sonrisa.

- Pasa la noche aquí… mañana podrás atravesar la muralla y entrar al pueblo para reuirte con el alcalde y los otros guerreros…

La familia dejó la sala y tras dar las buenas noches a su huésped se retiraron para dormir. Oromis salió de la casa con sumo cuidado y se dirigió al establo, donde entró en el típico trance de los elfos junto a su caballo. Pronto el sol del día despuntaría y podría salir para reunirse con sus nuevos compañeros.
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Will

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MensajeTema: Re: Una curiosa mascota   Una curiosa mascota EmptyVie Dic 31, 2010 9:41 pm

El andar errático del mago lo llevaba esta vez al frondoso bosque de Nadrak, donde la mano de la civilización sólo podía asomarse tímidamente bajo matorrales y hojarasca.

Separarse de la sociedad fue el motivo que lo llevó a perder sus pasos sin rumbo; y jamás se encontró con lugar más libre en sus años de viajante. Tanto que no encontraba forma de guiarse, pues solo intermitentemente y sin referencia vio tramos de caminos perdidos esparcidos por el suelo, casi de manera menos significativa que las hojas caídas, como si un dios perezoso, de esos que ya olvidamos, los hubiese arrojado allí con poco entusiasmo.

Como Will viajaba para conocer el mundo y esquivar las conglomeraciones, encontró en este bosque inmaculado al sito más atractivo que hubiera visto jamás.

Habíase sentido más a gusto en otros lugares, es cierto; y prácticamente cualquier cosa es preferible a los mosquitos del tamaño de un puño que lo persiguieron de cerca y con expectativa todo lo que duró su camino. Will temía que pudieran dejarlo anémico si no se protegía por las noches al dormir. Pero, decía, con mosquitos o sin ellos, el lugar le parecía grandioso.

“Mucho mal le han hecho las criaturas inteligentes al mundo y sus progenie”, se decía con cierta frecuencia, y ahora, al ver sendas muertas y borrosas por debajo e inmensas y frondosas copas cerrándose sobre su cabeza casi como una cúpula, creyó ver al último reducto del Bien sobre la faz del orbe, la última expresión de la naturaleza.

Will estaba acostumbrado a estar en lugares raros y dormirse en cualquier parte llegó a ser un hábito aprendido por la fuerza, pero en esta ocasión el temor por los mosquitos solo le permitía mantener el sueño durante breves horas cuando encontraba algún lugar en el que ocultarse o cuando la suerte le decía “Tranquilo, Will, aquí no habrá mosquitos al menos por un tiempo. Ea, duerme, hijo de la tierra”. Un zumbido demasiado cercano y se cortaba la tranquilidad del mago como con el filo de un cuchillo.

Fue así que el errante acumuló un desgaste verdaderamente muy grande. Entrar solo a un bosque nunca es una gran idea y este en particular parecía de los peores. No aparecieron en momento alguno bestias de temer, pero esos malditos enjambres… realmente podían aniquilar a un humano si lo encontraban solo y con la guardia baja. Will pensaba para sus adentros que si cinco o seis de esos mosquitos lograban picarlo estaría ya muy débil para protegerse de los demás.

No tenía hambre ni sed, pero el agotamiento por el sueño iba a hacerlo desmayar a la brevedad.

Pero la suerte, una vez más compasiva, pone delante del mago unas granjas, amable anuncio de modestas presencias que a pesar del poco agrado que Will sentía por las gentes iban a salvarle la vida.

Al llegar a la granja, durante las primeras horas de la noche, un hombre de avanzada edad se le acerca para asistirlo.

-Hombre, parece maltrecho.

-He tenido la torpeza de adentrarme al bosque solo. No he dormido bien en muchos días y creo que estoy al borde del desfallecimiento.

-Tranquilo. No eres el primer aventurero con tal osadía. Cada tanto salen de entre los árboles gentes de afuera y nosotros tenemos a bien darles cobijo. Ven, vamos a mi casa. Allí podrás descansar adecuadamente y quizás tengamos algo para alimentarte bien.

El mago siguió al viejo en silencio pero con cierto aire de felicidad, pues su compañía le resultaba inexplicablemente grata. Cerca de la empalizada que fortificaba la ciudad estaba la casa del granjero, una pequeña y hosca cabaña que a duras penas parecía mantenerse en pie.

Un golpeteo resuena desde detrás de la misma y al trote viene corriendo un sucio y alegre perro, aparentemente tan viejo como su dueño pero de una vitalidad encomiable. Va directo al encuentro de su amo y se queda festejándole unos segundos. El viejo le corresponde con unas caricias.

-Es el viejo Stev –aclara- Vivimos juntos desde que lo encontré siendo un cachorro y a punto de morir en el bosque. Solíamos cazar juntos cada tanto, pero ya no somos los de antes –termina con unas risas.

Will se limita a sonreír y acompañar al viejo al interior de la cabaña, que por dentro era todavía más deprimente. Los objetos, baratos y percudidos, se apilaban por todos lados.

-No es muy acogedora, lo sé, pero sin duda es mejor que estar a la intemperie –dice al tiempo que se sienta en una silla junto a la mesa central y ofrece asiento con la mano a Will. Este obedece.

-Sin duda… pero no diga eso, por favor. De hecho, odio la parafernalia con la que se abrigan ciertas gentes de las grandes castas. En parte vivo viajando por eso. Este lugar me parece muy agradable… siento cierta calidez inexplicable, como si el ambiente estuviera cargado muy positivamente.

El viejo sonríe con melancolía a las palabras del mago.

-Acabas de darme una felicidad que durante décadas nadie pudo. Esta casa, con todo, la hicimos yo y mi hijo con nuestras propias manos –se mira las suyas, que tienen grandes marcas de haber sido forzadas al límite por el trabajo-. Mi dulce esposa murió al dar a luz a mi primer y único hijo y desde aquel entonces vivimos en el establo de un amigo mientras trabajábamos y juntábamos dinero para comprar las cosas para armar esta cabaña. Finalmente pusimos manos a la obra y este es el resultado… el orgullo de mi orgullo. Estas paredes, además de a mí, encierran el secreto de mi vida… mi máximo deseo cumplido, que es mi familia. Lamentablemente tuve todo por partes: primero mi mujer, luego mi hijo y finalmente mi casa. Estos dos últimos convivieron cierto tiempo, pero una aflicción se lo llevó hace ya muchos años, cuando era un apuesto joven.

Hubo una leve pausa en la que el anciano permaneció con la vista perdida y Will lo observaba con compasión y pena.

-Yo… de verdad lo siento mucho.

-De eso nada. Mi mujer y mi hijo están juntos y esperan que no me vuelva un amargado para cuando los encuentre. Mientras tanto seguiré trabajando aquí para no perder la costumbre y hacerme mi cabaña también en el otro mundo.
Aquí, por ahora, solo somos Stev y yo.


Tras una nueva pausa:

-Por cierto, noté que llevas una espada. ¿Sabes blandirla?

-Con la misma presteza con que un desentendido podría maniobrar un palo. Y creo que este causaría más daño de no ser por el filo. La tengo por emergencias, pues en realidad soy un mago.

-¡Lo sabía! Tus ropas te delatan. Eres el primer mago que veo, pero siempre se los retrata de esa manera, con la túnica larga. Bueno, la cosa es que en el pueblo están ofreciendo un trabajo especial: quieren matar a un animal raro. No se más detalles, pero te recomiendo revisarlo solo si de verdad crees poder con ello. Este tipo de misiones siempre llevan a los amateurs directo a sus verdugos.

-Asi que animal raro… Creo que mañana por la mañana iré a verlo.

-Ten cuidado, joven.

El viejo se levanta y se dispone a cruzar una puerta que lo llevaría al dormitorio.

-Creo que hay unas verduras por allí para que prepares un buen caldo si quieres, y queda también algo de pan. Yo voy adormir. Me canso más rápido que antes, así que duermo temprano para rendir lo mismo. Tienes unas frazadas en aquel rincón que puedes usar para cubrirte. Hazme el favor de darle agua a Stev, debe estar sediento.

Hasta mañana, joven…

-Will. No nos hemos presentado, disculpe.

-Orwen. Ha sido un placer.

-Me honra haberlo conocido. Que pase una buena noche.

El viejo cierra la puerta detrás de él dejando escapar unas amigables risas. Will llena un cacharro con agua y lo acerca al perro, tumbándose luego a su lado.

-Tienes un gran amo, Stev.

El perro lo mira de reojo mientras toma agua y mueve la cola ante la percepción de que le hablan, a pesar de no entender a la perfección el mensaje.

Will, con muchas cosas en la mente por esta pequeña persona que acaba de conocer, siente por primera vez en muchos años haber encontrado un lugar acogedor, una especie de “hogar”, y con una profunda sonrisa de satisfacción se queda felizmente dormido.


OFF: No sé por qué, pero algo en el post no me convence :/ Le estoy dando vueltas desde ayer peor no logro darme cuenta a ciencia cierta de qué es lo que pasa, así que lo subo de la mejor manera que lo pude pulir, pero si encuentran algo mal, MP.
Y perdonen la longitud xD pero lean sin miedo que no es en realidad tan extenso; es que ahora empecé a dejar espacio entre párrafo y párrafo porque facilita mucho la lectura.
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Guilty

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MensajeTema: Re: Una curiosa mascota   Una curiosa mascota EmptyDom Ene 02, 2011 9:19 pm

Árboles, animales, insectos… Y mas árboles… Eso era todo lo que había visto y convivido desde hacia ya varios días…

-Me lo merezco, es mi culpa, nunca tendría que haber aceptado este viaje –Murmuraba hacia sus adentros mientras continuaba con sus ya pesados aleteos.

(…)

Había sido solo un encuentro casual, un sorteo del destino... El se encontraba descansando en una taberna cuando alguien de rostro familiar se le acerca y lo saluda felizmente, como si de un viejo amigo se tratase.

-Alastor! Pero que grata sorpresa tenerte nuevamente por aquí!

La sorpresa era en realidad del Icario, quien tras oír su antiguo nombre abrió los ojos como platos. Se trataba de un hombre bastante joven, de menos de 30 años y de rasgos poco destacables.
Guilty lo analizo unos momentos con la mirada desde arriba hacia abajo, buscando y rebuscando en su memoria quien era esa persona y de donde lo conocía, pero fue en vano, simplemente era un rostro familiar, quizás un conocido de vista solamente, como la mayoría de los habitantes de esa ciudad.

-Alastor… Hacia tiempo que no me llamaban así… -Se hace una pausa para pensar –Disculpe, pero quien es usted y de donde me conoce?

La sonrisa del hombre desapareció por completo tras la pregunta del Icario, dejando solo una mirada de desentendimiento hacia este. Levanto la mano y con el dedo índice señalo un cuadro desalineado que se encontraba clavado en la astillosa pared de madera del lugar.

-Reconoces de quien es ese cuadro?

Guilty desvió la mirada hacia el lugar señalado y vio un maltrecho retrato. Era de una mujer, aun que no de cualquier mujer, era de la antigua alcaldesa de la ciudad, una bella dama de 34 años de edad con ojos claros y curvas bien pronunciadas que hacia mucho tiempo que no veía. La había conocido en su ultimo paso por aquella ciudad y recordaba perfectamente lo hospitalaria y amable que era, tanto así que le había ofrecido alojo en su propia casa cuando el era apenas un desconocido. Llego a ganarse un profundo respeto y agradecimiento por su parte.

-Esa mujer es mi hermana.
–Agrego finalmente

Ahora estaba todo mas claro, recordaba que esa mujer tenia un hermano menor, pero habían pasado ya 2 largos años desde que lo había visto por ultima vez y el paso del tiempo realmente había cambiado las facciones del hombre.

-Pido disculpas, si, se quien es y ahora recuerdo quien eres tu. Hacia mucho tiempo que no nos veíamos, Theus, y mi memoria alberga a bastantes personas ya –Dice mientras deja soltar una pequeña carcajada –Como has estado?

-Oh, vaya, ya comenzaba a creer que me estaba equivocando de icario, realmente has cambiado bastante, especialmente por tus alas entre otras cosas, pero tu arco y tu espada ya son inconfundibles para mi.

Vaya… Ahora resulta que me identifican por mis armas…

-Tengo un trabajo para ti… Estas interesado?

-En estos momentos puede decirse que estoy libre, pero... De que se trata?

-Me ha llegado una carta de un viejo amigo mió, es el alcalde de un pequeño pueblo situado en el Bosque de Nadrak y al parecer están buscando guerreros para dar caza a una especie de bestia extraña que esta matando al ganado y causando muchos problemas a los granjeros.

-Interesante… Bueno, supongo que eso es mejor que seguir deambulando sin rumbo por el planeta.

-Entonces... Aceptas el trabajo? aunque es mas un favor que un trabajo.

-Acepto, sera divertido...

(…)

“Acepto”… En que estaría pensando yo al decir eso…

Descendió un poco la velocidad para sacar de su bolso el improvisado mapa que el humano había hecho para el… No era mas que un trapo sucio dibujado con tinta medio seca, pero al menos alcanzaba a entenderse bien.

Ya estoy cerca, solo un par de kilómetros mas y dejare de soportar este interminable mar de árboles espesos.

Estaba muy agotado, había podido dormir muy poco desde que se adentro al bosque, cubriéndose con una gruesa manta negra por las noches para evitar ser molestado por los mosquitos y moscas que parecían estar por doquier y viajando de día, volando a unos pocos metros encima de los árboles.

Pudo divisar el esperado final de los árboles, que dejaron lugar a las granjas y un poco mas adelante al modesto pueblo. Era muy pequeño, y aparentaba ser tranquilo. Rodeado por una firme empalizada que marcaba perfectamente sus limites y conformado por cabañas de madera, chozas de paja y rocas y hasta un par de construcciones de tamaño considerable hechas con piedras bien pulidas, aunque todo esto en pequeñas cantidades.
Su destino era una de esas construcciones, el ayuntamiento, ubicado en el centro del pueblo, pero faltaba poco para que la noche consuma lo poco que restaba del día, por lo que descansaría en donde pudiese para recargar energías e ir al ayuntamiento al otro día.
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Natharion

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MensajeTema: Re: Una curiosa mascota   Una curiosa mascota EmptyMar Ene 04, 2011 4:57 pm

Natharion se alegraba de haber viajado durante años con una caravana mercante, gracias a ello conocía a bastante gente que podía proporcionarle transporte barato, cómodo y eficaz por Utopía.

En esta ocasión viajaba en la parte de atrás de una carreta escuchando como uno de los comerciantes, un hombre de unos cincuenta años y entrado en carnes, contaba una historia a un par de niños con la intención de que estos se durmieran.

Nathan asomó la cabeza entre las lonas para observar el paisaje. Estaban rodeando un gran y espeso bosque, aprovechando un camino abierto por el paso de incontables caravanas como aquella a lo largo de los años.
Comenzaba a anochecer y el viento frio se coló por la lona abierta causando en su obeso compañero un escalofrío. Cansado de estar sentado decidió bajar del carro y caminar un rato.

Poco después, Ian, un joven de unos 14 años, hijo del líder de la caravana se le acercó corriendo.

-Nathan, mi padre dice que vayas, creo que ya estamos llegando-

Con nuevos ánimos por la posibilidad de estar llegando por fin, Nathan avanzó hasta la cabecera de la caravana. Allí el jefe de toda aquella gente, Ian el mayor le saludó en cuanto le vio. Era un hombre alto y fuerte, con el pelo extrañamente blanco a pesar de contar solo cuarenta y seis años, de él todos decían que era tremendamente astuto con los temas económicos.

-Nathan- Dijo mientras apuntaba en la dirección contraria de la que venía el joven.- Ese es el pueblo que buscas-

Nathan llegó y, colocándose al lado del hombre miró en la dirección que este señalaba. Se podían ver algunas granjas salpicando una extensa llanura. A lo lejos se podía distinguir el pueblo en sí, aunque la distancia impedía distinguir bien su tamaño o conformación.

-¿Estás seguro de querer ir allí? Puedes quedarte con nosotros hasta la siguiente ciudad, seguro que encontraras mejores cosas que un pueblo como este-
La oferta de Ian no era ninguna tontería. En una gran ciudad hay muchas oportunidades para un joven sediento de aventuras pero nada iba a hacer que Nathan cambiara de opinión.

Unos días un joven de unos treinta años se le había acercado en una taberna. Le preguntó si era un mercenario y al obtener una respuesta afirmativa le había hablado de un viejo amigo suyo de un pueblecito de Nadrak, estaban teniendo problemas con una criatura que mataba al ganado. Era un pueblo humilde y la recompensa no sería nada extraordinario. Nathan había aceptado. Una misión sencilla sería lo mejor para comenzar su camino como espada a sueldo.

-Prometí mi espada con esta gente, ya tendré tiempo de ir a la ciudad más adelante-
-Como quieras chico, en ese caso prepara tus cosas, dentro de poco llegaremos hasta el cruce que te llevará allí. Pero prepárate, aun te quedaran un par de horas a pie.-
Nathan se separó de la caravana que continuaba hacía la ciudad. Caminó a buen paso durante casi dos horas hasta llegar ante una empalizada que delimitaba el núcleo del pueblo. Estaba anocheciendo y la oscuridad caía sobre aquella tierra rápidamente

Un hombre robusto le dio el alto.
-Iba a decir que no es sensato caminar solo a estas horas por estas tierras, pero veo que vienes bien pertrechado-Dijo mirándolo de arriba abajo.
-¿Bienes por el trabajo?-
Nathan asintió con la cabeza
-Veo que tú tampoco eres de los que hablan mucho…de todos modos tu ayuda es bien recibida, la posada está al lado del ayuntamiento, el edificio más grande de piedra. Descansa, mañana a primera hora empezaras a ganarte el salario.-
Gracias- Acertó a responder Nathan mientras entraba dentro del pueblo.

Varias casas de madera y alguna de piedra se agolpaban en el limitado espacio empalizado. La mayor de todas, el ayuntamiento. A su lado un edificio de madera de aspecto solido de dos pisos tenía un cartel que rezaba “Posada”. Ambos edificios eran los más grandes de lo que parecía la plaza del pueblo, tres calles confluían en ella. El resto parecían casas o negocios de una sola planta salvo alguna rara excepción.
A Nathan le dieron una habitación en la segunda planta de la posada. Al parecer el alcalde, quien le había contratado aun a través de una tercera persona, se reuniría con él y con “los otros” a la mañana siguiente.
Así que había más mercenarios. Nathan tenía ganas de conocerlos.
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Gharghakesh Gor'Khar

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MensajeTema: Re: Una curiosa mascota   Una curiosa mascota EmptyJue Ene 06, 2011 10:02 am

-¡Atrás! ¡He dicho que atrás! ¡Atraaaaaaargh!-

Esas fueron las últimas palabras del último mercenario al que abatió. El cuerpo del desdichado hombre estaba partido por la mitad, con la parte de cintura para arriba sobre el hacha del orco, y las piernas desplomándose contra el suelo, ya muertas y sin vida. ¡Qué hermoso espectáculo para el pielverde! A su alrededor habían otros cuatro cuerpos, cuidadosamente esparcidos por el delicado y noble arte de matar del gran guerrero verdoso. No había ninguno que conservara intacta su continuidad física, pues las armas del orco, por desgracia, no tenían tal refinamiento.

Según parecía, desde hacía unos días aquella panda de inútiles se habían dedicado a perseguirle, creyéndose que sería una presa fácil como los animales que hasta ahora se habían encargado de perseguir por la región. Al parecer, a alguno de los habitantes de la región se le habían cruzado los cables, y en un acto de gran injusticia y egoismo, puso precio a la cabeza de nuestro buen amigo Gharghakesh. ¿El motivo? Al parecer, le incomodaba que se hubiera comido a la mitad de su ganado, hubiera arrasado las dos aldeas cercanas, hubiera atracado unas cuantas caravanas y le hubiera prendido fuego por diversión a varios cultivos.

La codiciosa mente del orco le llevó a pensar que el único motivo por el que le habían asaltado aquella panda de avariciosos guerreros era por el saco con monedas que iba guardado en una alforja, situada en el costado de Kolmillozgrandez, su montura. El pielverde rió con despreció. No le habían arrebatado su tesoro. Era suyo, y de nadie más, y aquellos sucios y apestosos ladrones se lo habían querido robar. Le habían intentado quitar su tesoro.

Cuando el orco recobró la conciencia de la realidad y dejó de perderse en monetarios ensoñamientos en los cuales reafirmaba su propiedad de aquellas monedas tomadas prestadas de forma indefinida, descubrió que tenía hambre, y, casi se le pasó por alto, también una flecha clavada en su hipermusculado y resistente pecho. Se la desclavó casi con desgana. Si bien notó la punzada de dolor, sólo soltó un gruñido de enfado por haberle hecho gastar una ínfima cantidad de fuerza en arrancarse aquél pedazo de madera y hierro. Si, cómo se puede ver, nuestro amigo no es alguien a quien le guste gastar.

Pronto, pero, se olvidó de la flecha que acababa de desclavarse del pecho, pues un rugido en sus tripas le devolvió la atención a lo importante del momento. Comer. No me demoraré mucho en describir cómo se alimentó ni de qué se alimentó, pues creo que basta con decir que, para cuando el orco estuvo saciado, quitándose pedazos de comida de entre los dientes con una daga, se había formado una bonita pila de huesos provenientes de los amigos mercenarios, huesos debidamente desprovistos de carne. Algunos incluso habían sido desprovistos de tuétano.

Horas después, el orco se despertó, cosa que le sorprendió. Al parecer, su organismo, tras semejante banquete tan sabroso y nutritivo, le había obligado a echarse a la sombra de un roble a digerir adecuadamente. Nada más levantarse, lo primero que hizo el pielverde fue acercarse a su grande y flatulenta montura. Palpó la alforja de su jabalí, y sonrió como sonreiría un padre con su hijo al notar que la bolsa seguía en su sitio y que nadie le había arrebatado su tesoro. Tras eso, montó sobre el robusto y maloliente animal, único ser que toleraba su presencia descontando a los demás pielesverdes. Gharghakesh le acarició la cabeza al animal, en un gesto de cariño que pocos creerían capaces de ver en un orco.

En poco rato, el jinete y su inseparable montura estaban de nuevo en camino, habiendo dejado una bonita pila de huesos. Tras un viaje monótono, aburrido y solitario, pero, finalmente consiguió llegar a alguna parte con un mínimo de civilización. El lugar en cuestión era un pueblo pequeño, no más de 300 personas. Una zona agrícola, normal y corriente, como cualquier otra de las que hacían los humanos. Al orco le parecían todas iguales. Muchos campos, cuatro rosados mal contados y con suerte, una o dos tabernas. Debido a que por el momento sus ansias de pillaje estaban saciadas y sus ganas de pelea estaban apaciguadas, esperando la chispa que las hiciera saltar, pudo acercarse al poblado con las armas en sus costados, y no en alto, como hubiera hecho de haber sentido la necesidad de la batalla.

Cuando llegó al poblado, ya en el atardecer, vio como la gente huía de él. Los padres se llevaban a sus hijos, las madres cerraban ventanas, y los niños, con la inocencia, curiosidad y puñetería típicas por la edad, querían salir a ver al extraño y enorme visitante. El orco rió ligeramente, dejando escapar el aire entre sus colmillos. Al parecer, no eran idiotas, y no habían salido a por él horcas en mano, para suerte de los humildes aldeanos. De repente, escuchó una pequeña y estridente voz que se dirigía a él, así como la de una madre asustada dirigiéndose a la primera interlocutora:

-¡Sonya! ¡Ven aquí y no molestes al señor!-

El pielverde, asombrado porque uno de aquellos cachorros se hubiera atrevido acercarse a él, se giró y miró a la pequeña. Ésta le miraba con ojos suplicantes, abrazando un peluche, y tras vencer el temor que sentía por el enorme ser, le dijo, con tristeza y ruego en la voz:

-Señor, ¿ha venido a por el monstruo, señor?-

La madre la regañó, y cuando llegó a la altura de la niña la rodeó con sus brazos, tratando de llevársela, con el miedo reflejado en la mirada. El orco, sin embargo, lejos de molestarse, miró con curiosidad a la niña, y rascándose la barbilla, le preguntó con su voz gutural y tronante:

-¿Monztruo? ¿Ké monztruo?-

La niña, achantada por la voz poderosa del orco, tardó unos instantes en poder hablar, pero venciendo a su miedo, le dijo, rogando casi:

-Un monstruo que mata a nuestros animales, señor... Hará tres días mató a una cabra de Tom el granjero, señor, y hará un par de semanas mató a mi corderito... Lleva tiempo así, señor, y según dicen, debe ser un monstruo muy grande, fuerte y temible. ¿Nos ayudará a echarle, señor?-

La madre pedía disculpas, pero Gharghakesh la ignoró y se puso a pensar en las palabras de la niña, ya que sabía oler la proximidad del negocio, y conocía la facilidad que tenían los humanos para pedir ayuda a terceras personas cuando tenían problemas. Y estaba seguro de que le ofrecerían dinero si se ofrecía a matar al monstruo. Eso era doblemente atrayente por el orco. Cobrar por matar a una bestia que le podría aportar un combate divertido y para nada típico. Soltó una risotada y dijo, más hablando para si mismo que para la niña y su madre:

-Un monztruo... ¡Zi, lo mataré y ganaré mucho dinero por kargármelo! ¡Humana! ¿Dónde hay ke pedir informazión zobre el bicho eze?-

La última pregunta, formulada para la madre de la pequeña, fue rápidamente contestada, y la menuda mujer le indicó que en la plaza del ayuntamiento le darían información, pero que a aquellas horas no podría porque estaba cerrado, y que tendría que esperar a que pasara la noche. Lo siguiente sorprendió al orco, pues la mujer le ofreció, con miedo eso si, si quería pasar la noche en su granero. El pielverde, tal vez debido a lo poco acostumbrado que estaba a un trato hospitalario por parte de los humanos, o tal vez enternecido por la cachorra que le insistía en que se alojara con ellos tras la propuesta de su madre, aceptó.

Poco rato después, el orco estaba en el granero de la familia, tumbado sobre la paja, con su jabalí a su lado. La mujer le había ofrecido una humilde comida al orco, pero éste aceptó sin quejarse, pues si algo tiene el dinero, es que hace que todos los que lo ansían pronto sepan dónde hay y dónde no. Y sabía que en aquella casa no había dinero. Ni tampoco animales. Por ende, la única comida que pudo obtener fue la verdura que le dieron en la casa. Tampoco se quejó. La dieta de carne humana tomada en el mediodía le había saciado por un largo rato. Lo que más le sorprendió, pero, fue el encontrarse en aquella situación. ¿Porqué no había matado a la familia? Seguramente era porque le habían tratado con amabilidad.

Así pues, el orco se dispuso a pasar la noche en aquél granero, inesperadamente sorprendido por la visita de la pequeña Sonya. Ésta, tras halagarle y darle las gracias por ofrecerse a acabar con el monstruo, le dijo que aunque fuera grandote, tenía buen corazón en el fondo y lo sabía. El orco soltó un gruñido, demasiado cansado como para contestarle. Le gustaban los halagos, era cierto, pero eso de que tenía buen corazón, nada más lejos de la verdad. Sencillamente se había ofrecido por dinero, y si no había matado a nadie, era por la hospitalidad que le fue concedida en aquél lugar. Y, tal vez, también fue porque la cría de humana, si bien le mostró algo de temor al principio, le mostró luego un coraje que ni en adultos había visto cuando trataban con él.

Y él era un guerrero, en el fondo. A todos los guerreros el coraje les impresiona. Y él no era la excepción. Así pues, acompañado de la pequeña humana que había logrado sorprenderle, se quedó dormido, soñando en dinero y matanzas.
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Seradar

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MensajeTema: Re: Una curiosa mascota   Una curiosa mascota EmptyMiér Ene 12, 2011 8:00 am

Rápidos pasos llevaron al soldado a través de un sólido umbral de madera, tras la empalizada era casi un mundo diferente a lo que eran las granjas y el bosque plagado de tábanos y gigantescas moscas, pequeñas casas se erguían en hilera una pegada a la otra, en largos pasillos suficientemente espaciosos como para que dos carretas pasaran cómodamente por una calle, sin toparse, y a pesar de que usualmente el inusual silencio que reinaba sobre las calles era roto por el griterío de uno que otro comerciante riñendo por el precio de sus mercancías, o el de alguna turba de niños que perseguían una pelota en algún juego de infancia, esta vez todo era lo opuesto de eso, las calles vacías, la soledad solo rota por una que otra avecilla que tímidamente se posaba sobre una casa a trinar débilmente, el silencio era producto del miedo, y existía solo una forma de evitar que este se rompiera y el pueblo regresara a la normalidad.

Unos pasos sonaron fuertemente sobre los adoquines, y el hombre de los rastas avanzo lentamente por el pueblo, miraba con sus ojos blanquecinos y espectrales, pero por mucho que observaba no avistaba ningún tipo de señal, ni de letrero, solo uno que otro papel pegado en la pared, el cual daba aviso de que se reclutarían soldados en el ayuntamiento ese día, para dar caza a un extraño animal, el soldado se molesto ante la falta de gente, y golpeo duramente un adoquín con el taco de la lanza, -¡¿no hay nadie aquí acaso?!- su grito de molestia fue bastante potente, una mujer se asomo por la ventana del segundo piso de una casa, el soldado giro la cabeza bruscamente y miro a la mujer, y ella a él, la fija y blanquecina mirada del soldado era algo que nadie soportaba por mucho tiempo, así que la mujer aparto la vista rápidamente –Señora, dígame donde esta el ayuntamiento- vocifero el hombre de piel oscura, la mujer tirito levemente ante la potencia de semejante voz, y tímidamente señalo una calle, luego se escondió en su hogar nuevamente.

EL soldado se encogió de hombros, y miro en dirección hacia donde la mujer había señalado, notando que tras unos edificios se podía divisar una bandera con un símbolo heráldico de lo que parecía ser el escudo del pueblo.

En un establo no muy lejano a la muralla, y por ende al pueblo, un elfo terminaría su trance para poder levantarse de su lugar de descanso, y ojala, poder cumplir su promesa respecto del monstruo que causaba la matanza de ganado, al salir del establo, para su sorpresa, lo primero que encontraría seria un animal muerto, dejado sin sangre, y que extrañamente, ningún otro animal quiso alimentarse de.

Pronto descubriría que era uno de los últimos bovinos que aun quedaban en posesión de la familia que le acogió, y a pesar de que la perdida, hizo enfadar al hombre mayor que los había recibido haciéndole maldecir en nombre de todos los dioses al bastardo animal que causaba esas muertes, este logro controlarse, y pese a la austeridad de la poca fruta y miel que le ofrecieron al elfo como desayuno fue mucha, tuvieron un momento agradable antes de que el músico debiera partir.

Entre tanto, pero no al mismo tiempo, un ser atormentado por sus propios demonios, encontró un momento de paz en su perturbada existencia, y en la paz de su locura tuvo una noche tranquila, a la mañana siguiente seria despertado, Will reconocería la voz del hombre que lo recibió, el cual le dio las indicaciones para ir al ayuntamiento, y se ofreció amablemente a llevarlo personalmente hasta allí.

Las alas del Icario que por su madre nombrado Alastor había sido, le llevaron hasta un lugar tranquilo donde descansar, solo una noche mas era la que debía dormir en el bosque antes de poder llegar al ayuntamiento, para su suerte, la cercanía de los humanos habría ahuyentado a la gran parte de los insectos, y esa noche, el podría dormir tranquilo, o al menos eso podía pensar el.

En la oscuridad de la noche, un enorme crujido despertaría al icario, y una presencia oscura se haría sentir, la luz de la luna se haría cargo de que pudiera divisar a la criatura… la cual correspondió la mirada, y se alejo antes de que el icario pudiera hacer nada, con grandes y elegantes zancadas.

lo que el icario estaba viendo:

Seria asunto del icario si continuar con la tarea que le había sido encomendada… o no

Un Hombre bien informado llego al ayuntamiento, y el alcalde mismo le separado una habitación a el para que pasara lo noche, ya que esperarían otro momento a ver si se podía reclutar mas gente, Natharion pasaría una noche relativamente tranquila, tal vez, lo único que podría molestarle seria los ruidos de los borrachos de la posada en la planta baja del edificio que le servia como hospedaje, a la mañana siguiente un pequeño pero habiloso asistente de la alcaldía asistiría en su búsqueda, ya que seria la hora de conocer a los que junto a el darían casería al monstruo que arruinaba los negocios de las granjas aledañas.

El avaricioso orco seria tal vez, el ultimo de todos los visitantes que concurrían al pueblo con tal de dar caza a la bestia, el trato hospitalario pero temeroso de la madre de la cachorrita humana que había demostrado su admiración por la gran mole verde continuaría, y a ruegos de la niña, la madre se vio obligada a indicarle al orco hasta donde debían dirigirse, dejándolo en el ayuntamiento, donde un no menos temeroso hombre consultaría al alcalde sobre el orco.

Off: espero la demora no sea un problema, tuve un pequeño reves en cuanto a mis obligaciones con ustedes, explicado aqui http://www.utopiamedieval.com/t10015-viaje-familiar-o

lo primero que notaran es que, ha posteado Gharghakesh en lugar de Khaelos, este prefirio participar con una de sus cuentas, son la misma persona.

respecto a esta ronda, quisiera explicar una cosita sobre mi manera de narrar y masterear, y es que a medida que ustedes posteen alteran el rumbo de la historia, hagan decisiones y apeguense a la personalidad de sus PJs en estas, prefiero no obligar a ningun PJ a ninguna accion que iria en contra de sus caracteristicas, y aviso, que aunque soy bastante benevolo en mi trato con los jugadores, una mala decision podria llevarlos a una muerte terrible

los turnos son los mismos, pero ampliare el plazo a tres dias por persona, tengan suerte en esta ronda
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Natharion

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MensajeTema: Re: Una curiosa mascota   Una curiosa mascota EmptyMiér Ene 19, 2011 4:28 pm

Unos suaves golpes en la puerta de madera de su habitación hicieron que Nathan despertara de su ligero sueño. Aún con los ojos entrecerrados se levantó de la mullida cama y se asomó por la ventana, dicha ventana daba a la misma plaza por la que unas horas antes había caminado para llegar hasta allí.
Estaba amaneciendo y las primeras luces del nuevo dia permitieron al joven ver detalles del pueblo que en la oscuridad no había podido discernir. No fueron esos detalles sin embargo lo que más le llamó la atención.
Al llegar era de noche y por lo tanto no le pareció extraño no toparse con nadie más que el guarda de la puerta, el posadero y un par de parroquianos bebiendo, era un pueblo pequeño tampoco cabría esperar un gran bullicio pero, a esas horas debería haber decenas de personas iniciando sus trabajos, carpinteros, tejedores, labriegos…Nada, apenas un puñado de hombres y mujeres que caminaban rápido y mirando cada poco en todas direcciones con recelo.

Nathan se puso algo de ropa y abrió la puerta, al otro lado esperaba un hombre de ropas lo bastante elegantes como para dejar claro que no se dedicaba a trabajar el campo. Se presentó como Adamus, teniente de alcalde.
Adamus era tan alto como Nathan aunque de complexión débil, debía rondar la cuarentena y eso se notaba en su cabellera prácticamente exenta de cabello, el poco que le quedaba, de color negro, lo llevaba peinado con efecto cortina en un inútil intento de tapar la calvicie consiguiendo un efecto más cómico que eficaz, sin barba, vestía con ropas de lino marrones.
El hombre le indicó que se presentara a la mayor brevedad posible en el ayuntamiento para tratar con el alcalde los pormenores del trabajo.

Poco después Nathan bajaba de su habitación ya con la armadura puesta, los escalones de madera unían sus lastimeros crujidos a los metálicos sonidos de la armadura mientras descendía, llamando la atención del posadero que, tras echarle un rápido vistazo retomó sus tareas. Una buena costumbre para un posadero sin duda.
En una de las mesas del fondo de la sala común de aquella posada dormitaban dos hombres aún con sus jarras de vino en la mesa. Parecían ser los mismos que Nathan vio la noche anterior cuando llegó, normalmente los borrachos solían acabar durmiendo en algún portal tras una noche bebiendo pero en este pueblo parecía que incluso los borrachos preferían quedarse a dormir la mona en la posada antes que arriesgarse a salir de noche hacía sus granjas. La situación parecía más complicada de lo que el joven había pensado en un primer momento. Una criatura que ataca a animales es una cosa pero una a la que todo un pueblo parece tener miedo es otra muy distinta, ni un enorme orco causaría ese efecto.
Mientras pensaba que clase de ser podía causar ese efecto en toda una población Nathan llegó a las puertas del ayuntamiento. Se disponía a entrar cuando una potente voz le hizo mirar hacia una de las calles, la que daba al portón de la empalizada para ser más exactos.

-¡¿no hay nadie aquí acaso?!-

–Señora, dígame donde está el ayuntamiento-


A media distancia Nathan vio como un hombre pertrechado con armadura, escudo y lanza miraba en su dirección y comenzaba a caminar. Seguramente sería uno de los “otros” sobre los que el hombretón del portón le había hablado. Otro mercenario a la caza de la bestia. Pensando que sería de mala educación entrar una vez lo había visto, el joven decidió esperar en la puerta del ayuntamiento a que el hombre se acercara.
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Gharghakesh Gor'Khar

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MensajeTema: Re: Una curiosa mascota   Una curiosa mascota EmptyVie Ene 21, 2011 5:02 pm

El orco se despertó pronto por la mañana. Se desperezó, estirando los brazos y soltando un bostezo que semejaba el gruñido de un león. La niña le estaba observando, con curiosidad. Al parecer se había despertado poco antes que él, pero por respeto al enorme pielverde no le había molestado. La miró, soltando un leve gruñido, y se levantó, acomodándose el equipo. La familia de aquella casa tuvo suerte de dos cosas en referencia al orco que evitaron que se produjera algún incidente, la primera fue que aún le duraba el haberse empachado el día anterior de carne humana, y la segunda fue, precisamente, la pequeña pero valiente Sonya.

No se entretuvo mucho, pues el orco no era alguien a quien le gustara agradecer las cosas, y por otra parte, tenía prisa en llegar a la plaza del ayuntamiento. Tras el desayuno, ofrecido por la aún asustada madre, la muchacha le insistió en que le indicara al pielverde dónde quedaba el ayuntamiento. Tras eso, y ya que nada más le retenía allí, montó en Kolmillozgrandez y se dirigió al paso hasta la plaza del ayuntamiento. Para cuando llegó allí, se encontró con un par de personas, un guerrero de piel oscura, bien pertrechado, y otro hombre con una armadura pesada, también bien armado. Un tercer hombre, seguramente trabajador del ayuntamiento, al observarlo, rápidamente se metió dentro para dirigirse al alcalde y preguntarle sobre el orco. Éste le dio un argumento convincente al hombre, y era que si el pielverde no se había lanzado contra el pueblo ni lo estaba arrasando, era porque venía a por el monstruo.

De mientras, en el exterior, Gharghakesh llego al lado de la puerta del ayuntamiento, donde, en la pared, habían una serie de argollas de hierro ideadas para mantener sujetos a las monturas. El orco, tras desmontar, ató al gran jabalí a una de las argollas, y tras eso, se dirigió hacia la puerta con parsimonia. Se detuvo al lado de la puerta, pero, al ver a los dos hombres, y les dedicó una mirada escrutadora. Seguramente tendrían que ser sus compañeros de armas. No iba a atacarles, desde luego. Eso le supondría quedarse sin recompensa por asesinar al monstruo, y él, si bien gustaba de divertirse matando gente, lo que no le gustaba era hacerlo gratis. Así pues, decidió sencillamente preguntarle al hombre de armadura pesada, con su habitual voz gutural y resonante:

-¿Kon kién hay ke hablar para lo del monztruo?-
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