Utopia Medieval
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 Encuentro Singular (Privado)

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Leon Belmont

Leon Belmont


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MensajeTema: Encuentro Singular (Privado)   Encuentro Singular (Privado) EmptyJue Oct 14, 2010 11:38 pm

Llevaba tres días en aquel pueblo, la verdad me empezaba a gustar, no había ni una sola criatura que no fuese humana. Ni Kittans, ni centauros, ni orcos y sobretodo no había mas vampiros. Estaba solo yo, y podía manejar todo a mi merced. Únicamente debía usar mi habilidad de presencia y alguna mujer desamparada caía ante mí y me permitía alimentarme de ella, después acababa con su vida y la arrastraba al río o simplemente con mi don de labia la dejaba irse por libre siendo consciente de que no delataría que había un vampiro en la ciudad.

Estaba bastante relajado y eso me agradaba seguramente me pasara por aquí una pequeña temporada para reponer fuerzas y disfrutar un poco de la vida antes de retomar mi búsqueda. Al fin y al cabo ser un vampiro tenía sus ventajas y sus placeres yo pensaba aprovecharlas. Dicho esto entré en una taberna, me gustaba entrar a estos lugares para beber algo y ver como alguna incauta se acercaba a mí, realmente me gustaba que fuesen las humanas las que eligiesen su incauto destino.

Me acerqué a la barra y pedí una cerveza, el local estaba algo abarrotado. Había de todo los míticos borrachos, las camareras calientes que buscaban unas monedas extras provocándoles, los viajeros , los silenciosos de la esquina. Era algo aburrido, solté un bufido de exasperación. Necesitaba hacer algo nuevo, romper la monotonía, así que simplemente fue hacia la mesa de uno de los obreros que intentaba cortejar a una dama con unas tácticas poco sutiles y grotescas.

Por favor, deje de aburrir a la dama con sus grotescas insinuaciones, tu capacidad de lenguaje es bastante similar a la de un orco. ¿Acaso tu padre congenió con alguna?. Pues no me parece raro, viendo el nivel de su atractivo físico.

El hombre se levantó, furioso tirando la mesa con todo su contenido, la mujer se había marchado asustada ante la inminente reyerta.

Te tragarás tus palabras gusano

Cualquiera que nos viese no apostaría ni una corona por mi, aquel hombre era mucho mas corpulento y musculoso que yo. Pero yo no era un hombre cualquiera, y eso sería algo que aprendería a base de golpes. La verdad es que de vez en cuando me gustaba romper la monotonía y ser el centro de atención.
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Alanna Escorpio
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MensajeTema: Re: Encuentro Singular (Privado)   Encuentro Singular (Privado) EmptySáb Oct 16, 2010 10:12 pm

Siendo como era ella, ¿Por qué iba a conformarse con una simple noche de ruido? No estaba satisfecha, ni por un momento. Hubiera sido mejor ir a Tol Honeth, ahogarse un poco en la tranquila hipnosis del mármol blanco, deseando con todas sus fuerzas teñirlo de carmesí hasta que sus dagas le proporcionasen la culminación de su sangriento deseo. Cuanta pasión había en su necesidad… Pero estaba en la comarca de Noah y el ambiente, carente de real violencia, le resultaba tremendamente insoportable.
Sentada en las sombras, perfectamente acomodada en la tosca silla y con los ojos sorprendentemente atentos a pesar de estar entornados, miraba.
No era una mujer dada a la esperanza, de ninguna clase. Si se había detenido en aquel lugar, era porque no le interesaba estar a la intemperie cuando amaneciera, por muy emocionante que pudiera resultarle el pánico que la recorrería antes de sufrir una muerte dolorosa. Por esta razón, no aguardaba nada interesante. Hacía ya muchas noches que había encontrado a una víctima que la complaciera de verdad y todavía conservaba en su mente los exquisitos recuerdos de la tortura más refinada que pudiera pensarse. Los gritos de la muchacha asesinada habían resonado casi eróticamente en sus oídos por preciosos y largos minutos y sus labios aún conservaban la memoria de su sabor, algo tan gratificante que casi la había compensado por el consabido aburrimiento de esta velada, o de cualquier otra.
Nada de lo que pudiera ver podía comparársele. La lujuria desesperada de los hombres toscos que intentaban seducir a las esquivas humanas no le impresionaba, ni lo hacían tampoco los actos de ratería que veía en la oscuridad. Los rincones oscuros donde sonaban suspiros inclementes no la atraían y ni siquiera la excitaba el dulce sonido de las armas saliendo de sus fundas. Toda esa puesta en escena le parecía de aficionados y el aire era demasiado puro para sus viciados pulmones congelados.
Con las piernas cruzadas, la vampiresa acarició distraídamente el metal helado del cuchillo que asomaba, provocativa y calmante, por la caña de su bota. Eso era lo único real, la única cosa que importaba. Cerró los ojos, dejándose llevar por el río de emociones que estaban atados a aquella arma…
Y, luego los abrió, bufando, desdeñosa. Aquella nostalgia, tan impropia de su ánimo habitual, le causaba una rabia profunda e inalterable. Descruzó las piernas y se dispuso a ponerse en pie, harta de aquel lugar. Sería mejor salir a la soledad nocturna, donde cualquier cosa sería mejor que aquello…
Por favor, deje de aburrir a la dama con sus grotescas insinuaciones, tu capacidad de lenguaje es bastante similar a la de un orco. ¿Acaso tu padre congenió con alguna? Pues no me parece raro, viendo el nivel de su atractivo físico.
Aquellas palabras la detuvieron en seco. O, más exactamente, la voz que las pronunciaba. Sus maléficos y cambiantes ojos se abrieron un poco más, cambiando el brillo púrpura por un lila más suave, e igualmente inquietante.
A sus oídos, que eran bastante agudos, el rastro lánguido y levemente arrogante de aquel tono le decía muchas cosas. Aquellas frases no eran, ni con mucho, tan efectivas como la estudiada burla que se leía en el matiz del volumen y el ritmo al decirlas. Muerte de Terciopelo, que había recurrido a semejantes trucos para provocar un enfrentamiento, lo sabía muy bien. Así como entendía también que aquello señalaba lo que, de haber podido tener aspiraciones más amplias, habría deseado.
Su interés, borrado por la monotonía, volvió. Miró fijamente y sin disimulo al evidentemente forastero y su sonrisa cínica se delineó de pronto en su pálido rostro.
La voz correspondía mucho con el aspecto, algo poco frecuente. El hombre era alto y muy rubio. No alcanzaba a verle las facciones, dado que estaba de espaldas a ella, pero si podía percibir, por la actitud denotada en el cuerpo envuelto en un traje blanco, algo raído, una seguridad que delataba un perceptible egocentrismo.
Y sí, era egocentrismo, porque el oponente de aquel hombre era mucho más fornido y más violento, en apariencia. La mesa derribada a un lado, en un gesto bastante evidente de fanfarronería, delataba también, sin embargo, una fuerza física que aquel rubito bien podía no tener.
Muerte de Terciopelo, moviéndose lentamente en su asiento, apartada del escenario que se desplegaba lentamente ante sus ojos, como puesto solamente en respuesta a su hastío, se inclinó hacía delante. Tenía los ojos entrecerrados nuevamente, sintiendo su sangre caldearse ante la perspectiva de la sangre que seguramente se derramaría.
No intervendría, todavía no. Precisamente porque era ella, no tomaba ningún partido.
Sus ojos, púrpura de nuevo, brillaron con una nueva perversa emoción.

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Leon Belmont

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MensajeTema: Re: Encuentro Singular (Privado)   Encuentro Singular (Privado) EmptyLun Oct 18, 2010 12:48 pm

El hombre visiblemente ebrio y furioso arremetió contra mí, pero sus movimientos ante todo eran torpes y sobre todo predecibles. Únicamente tuve que hacerme a un lado para que sobrepasase y acabase chocando contra el suelo al intentar frenar su acometida. Aquel hombre caía por su propio peso, seguramente sería capaz de matarle sin tocarle ni un solo pelo, era demasiado torpe. Con los alicientes adecuados podría hacer que se desbocase a un precipicio en ese estado. Seguramente no centraba ningún pensamiento coherente.

El hombre se incorporó de nuevo, tambaleándose, borracho como una cuba. Gruñó de furia como si yo hubiese sido el artífice de su estúpida caída, solo había sido la causa, aquel hombre se caía solo. La idea me hizo reír solté una pequeña carcajada lo suficientemente audible para que él me oyera. Hice lo que deseaba , enfurecerle.

-Maldito-Farfulló resoplando mientras tomaba aire, esta vez avanzó hacia mi cautelosamente, sabiendo que no me quedaría simplemente a frenar su embestida. No iba a usar mis poderes, ni a morderle, en un principio esa había sido mi intención pero no merecía la pena y además no podía hacerlo en medio de toda la gente, víctimas había de sobra, encontraría después alguna. Ahora disfrutaría del momento.

El hombre, cansado de tantearme al verme inmóvil, esperándole, se acercó apresuradamente hacia mi. Descargó su brazo derecho sobre mí como si de un martillo pilón se tratase. Podría esquivarlo pero simplemente alcé mi mano, lo agarré y empecé a apretar con fuerza, una sonrisa se dibujó en mi rostro al ver la mueca de dolor de mi adversario. Probablemente esto no se lo esperaba.

Con su otro brazo intentó sorprenderme con un gancho izquierdo pero también lo atrapé con mi mano, alcé sus dos brazos y empecé a apretar y a empujar hacia abajo, obligándole a arrodillarse ante mí. El hombre me miraba con furia, y hacía con la boca lo que no podía con sus manos. No podía parar de blasfemar en mi nombre.

-No se ladra delante de tu amo, perro.

Cuando las rodillas del hombre tocaron suelo, alcé mi pie y lo estrellé contra su rostro. Pero para mi desgracia, motivado por esa sensación de superioridad que me embargaba, le rompí el cuello y si cabeza quedó colgando a la altura de su espalda, los gritos de horror inundando la taberna. Los hombres se echaban a un lado buscando sus armas, en sus expresiones se leía el puro horror. Otros salían de la taberna gritando palabras como “Asesinato” o “Avisad a la guardia”. Lo peor de todo fue que eso me enfureció, la sangre salpicaba mi cuerpo y justo cuando abrí la boca no me dí cuenta de que mis colmillos estaban asomando, mi coartada había quedado rota.

¡A la mierda!-Grité enojado, había transcurrido una buena parte de la noche y no sabía si podría llegar a algún refugio antes de que la luz me calcinase el cuerpo, pero ya era demasiado tarde encubrirse. Tenía que encontrar un callejón cuanto antes. Pero antes de eso, cogí a la camarera que había defendido antes agarrándola de la muñeca y atrayéndola hacia mí, la pobre se había quedado petrificada.

Mis dientes mordieron su yugular y noté como su líquido carmesí se deslizaba a través de mi garganta, lo suficiente para saciar mi sed el resto de la noche. No me dio tiempo a alimentarme como es debido, pues con el rabillo del ojo pude ver como el dueño de la taberna, y probablemente el padre de la joven, se dirigía hacia mi con una sartén en la mano, empujé a la chica me volví hacia él y en un rápido movimiento le desarmé, podría partirle el cuello en un momento pero me contuve, cuanto mas gente matase más empeño pondrían en mi búsqueda, antes de que la cosa fuese a peor, me fui de allí saltando por una de las ventanas de la taberna llegando a la calle. Por suerte tenía ciertas habilidades para ocultarme..
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